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PSICOLOGÍA
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FÚTBOL DE LIGAS:
DEL MODELO PERSONAL AL FAMILIAR
POR ENRIQUE AGUAYO CHÁVEZ, PSICÓLOGO CLÍNICA MEDS Y SOCIEDAD CHILENA DE PSICOLOGÍA DEPORTIVA
“Vamos a jugar al Fútbol”. Probablemente es una de las fra-
ses que con más alegría han dicho y dicen los niños, jóve-
nes y adultos en el pasado y en el presente. JUGAR significa
hacerlo con alegría, buscando recrearse, disfrutando de una
actividad placentera.
Miles y miles de chilenas y chilenos, de todas las edades,
se juntan los fines de semana a jugar al fútbol en organi-
zadas ligas, las que han ido desarrollando una importante
infraestructura deportiva en el país. Son 90 minutos en que
podemos volver a ser niños, celebrar los goles como Marce-
lo Salas lo hacía, lucir los abdominales a lo Alexis Sánchez
(calugones pelayo, para una mayoría) o hacer pasos de al-
gún baile de moda
en la celebración
de un gol. Son mo-
mentos únicos en
que los problemas
familiares, labora-
les, económicos y
otros, dejan de exis-
tir para dar lugar a
la emoción pura, a
ese goce reponedor
que nos permitirá
recuperar fuerzas,
eliminar estrés y así
reiniciar la semana
laboral, esperando
que pase rápido,
para poder jugar
nuevamente. Desde
la Grecia antigua
que aparecen escri-
tos respecto a algunos de estos beneficios emocionales e
intelectuales del deporte.
Los objetivos que cada persona tiene al incorporarse al fút-
bol de ligas son variados y la mayoría de ellos alcanzables. El
fútbol es una muy buena instancia de socialización, es decir,
de hacer vida social, estando dispuesto a aceptar las normas
que ese grupo tiene. Todos en el fútbol podemos reforzar el
respeto a las reglas, el trabajar en equipo y con objetivos, el
ceder en algunos intereses personales como parte del es-
fuerzo para intentar lograr los objetivos del grupo.
Tal como señalábamos en la columna anterior, el fútbol en
sí mismo no es bueno ni malo, somos las personas las que
lo convertimos en fuente de estímulos positivos para el ser
humano o, de la misma forma, podemos transformarlo en
el lugar donde nuestros hijos, pareja, amistades y muchos
otros adquieren problemas sociales, psicológicos y físicos.
Por ejemplo, hábitos de violencia, baja autoestima, doping.
Por otra parte, también debemos entender que nuestra re-
creación no puede significar el abandono de las responsabi-
lidades familiares (estar sábado y domingo en la liga, mien-
tras los hijos y pareja quedan en casa) y laborales. Cuando la
LIF inauguró su complejo en Quilín, sus autoridades enten-
dieron esto y paralelamente al campeonato de fútbol que
organizaba, desarrolló un deporte para los niños y parejas,
como fueron las escuelas del mismo fútbol, de tenis y de
natación, además de clases de aeróbica. Incluso, se creó algo
muy parecido a un jardín infantil, para que pudiéramos llevar
a nuestros niños más pequeños. Para ello es obvio que se
necesitan recursos económicos, pero menos de los que mu-
chos imaginan. Lo más importante es tener las cosas claras
y la determinación y creatividad para realizarlas. De esta for-
ma, el grupo fami-
liar puede disfrutar,
recrearse, jugar al
fútbol o participar
en torno al fútbol
y recibir los benefi-
cios que el deporte
bien guiado entrega
al ser humano.
Las Ligas de Fútbol,
están en una po-
sición privilegiada
para aportar a la
sociedad a través
del deporte, son or-
ganizaciones crea-
das por personas
que tienen ciertos
objetivos en común
y es por esa fuerza
motivacional que
se han constituido y al hacerlo han sido capaces de lograr
los recursos. De igual forma, si realmente motiva cuidar a
las familias, guiar el desarrollo de niños y jóvenes, hay que
poner ese esfuerzo para ampliar el marco de acción de la
liga y que cada vez cubra de mejor manera las necesidades
de toda la Familia.
El fútbol, como todo deporte, puede constituirse en una ac-
tividad de encuentro familiar, eso hoy es muy necesario. La
mayoría de los padres de púberes y adolescentes, saben lo
difícil que es compartir con sus hijos, ya que ellos no se mo-
tivan con estar en la casa, quieren salir con sus amigos lo
más posible. Probablemente en la mayoría de los hogares
se sabe muy poco de lo que hacen sus hijos cuando están
fuera. Es una maravilla ver como en algunas Ligas de Fútbol
esos hijos(as) comparten con sus padres los fines de sema-
na, entreteniéndose en ese mismo lugar. Los beneficios psi-
cológicos que eso tiene permiten a estos jóvenes ser más
estables emocionalmente y de paso fortalecer la estructura
psicológica que se requiere para la vida adulta.