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> PERFIL PRO
parecían colegiales. Los mejores futbolistas del mundo
agachaban la cabeza. Yo eso no lo entendía. Era ridículo”.
Claro, para alguien que era capaz de huir de los controles
policiales acelerando su Ferrari hasta los 320 kilómetros por
hora, el Barcelona era un club con demasiadas reglas. Aun a sí
brilló con intensidad en los primeros meses. Pero la relación
con Guardiola se fue enfriando. Primero le advirtió que a los
entrenamientos no se iba con Ferraris ni Porsches, porque a
ellos les gustaba tener los pies en la tierra. Luego, cuando
Messi le pidió cambiar el orden táctico para jugar al centro,
Guardiola no tuvo problema en mover a Zlatan de su posición natural para dar en el gusto al argentino. Más tarde dejó
de hablar con él e incluso lo mandaba al banquillo.
Un día, después de que Guardiola lo hiciera entrar los últimos cinco minutos de un partido, Zlatan no aguantó más y
lo encaró: “No tienes huevos. Te cagas delante de Mourinho.
¡Vete a la mierda!”.
Tras el incidente, su historia en el Barcelona tenía sus días
contados.
Pero fue para bien, porque una vez que regresó a Italia volvió a ser el mismo de siempre. Estuvo dos temporadas en
el AC Milan, fue campeón el primer año y en el segundo se
hizo del título de máximo artillero con 28 goles —en 2009
también había sido capocannoniere con el Inter, tras anotar
25 tantos—, además de obtener el subcampeonato. Tras eso
vinieron los capítulos pródigos en títulos con el Paris Saint
Germain, club que pagó el precio más alto de la historia del
fútbol por la transferencia de un jugador: 170 millones de
euros.
A los 34 años, Zlatan parece estar lejos de jubilarse. Su olfato
goleador se mantiene intacto, jugando con la cabeza, con el
taco e incluso con la suela de los botines. Y aun cuando el
inicio del Manchester United en la Premier League no ha
sido el óptimo, con Ibrahimovic en la cancha no hay destino
que no se pueda torcer. Si yo fuera del City tendría cautela,
sobre todo pensando que fue Guardiola quien lo hizo enfurecer en su paso por el Barcelona. “Siempre estoy planeando
mi venganza. Lo llevo dentro. Es lo que me motiva”, ha dicho
el Dios de Manchester. Quizá sienta que es la hora de pasar
la factura.