Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019
rra comercial con este país. Quienes de-
sean castigar en las urnas la corrupción
votan por partidos que entienden el esta-
do como una empresa familiar. Sectores
de la población que desean sistemas de
bienestar más sólidos votan por partidos
que reducirán los impuestos que pagan
los más ricos y desmantelarán los servi-
cios sociales.
J. Arcenillas, Sleepers
Por muy desarrollada que sea la estra-
tegia de comunicación, esta solo tendrá
éxito si existe un descontento latente. Por
ello, una segunda cuestión importante es
plantearnos cuáles son las razones eco-
nómicas objetivas por las que amplios
sectores de la población se puedan ha-
ber sentido tentados por estos movimien-
tos. Los estándares de vida promedio de
la humanidad están hoy en su nivel más
alto conocido. Al margen de los vaivenes
en el empleo y en los niveles de vida pro-
vocados por la reciente crisis, nunca la
esperanza de vida fue tan elevada, ni la
mortalidad infantil o los niveles de pobre-
za extrema tan bajos. Nunca tanta gen-
te había disfrutado de niveles aceptables
de vida. ¿Qué puede, por tanto, explicar
tanto enfado con el sistema económico
que proporcione alguna racionalidad al
descontento que estaría detrás del auge
de estos movimientos que se presentan
como antisistema? La respuesta más in-
mediata puede estar en una desigualdad
creciente en la distribución de esos es-
tándares de vida, aunque esto requiere
de muchos matices.
Por un lado, aunque los datos son muy
pobres para poder hacer afirmaciones ca-
tegóricas, el relato generalmente acepta-
do es que durante las últimas décadas la
desigualdad (relativa) de la renta se redujo
cuando consideramos toda la población
mundial. Es decir, el mundo, como un
todo, es hoy más igual que hace unas dé-
cadas. Esta reducción en la desigualdad
global es fruto de un importante avance
en los niveles de vida de países inicial-
mente pobres que siguieron un proceso
de rápido desarrollo, destacando los ca-
sos de China, el sudeste asiático o India,
y en menor medida y más recientemente
de algunos países africanos. Esos países
crecieron en promedio a un ritmo mayor
que los países ricos, reduciendo así la
brecha que los separan, es decir redu-
ciendo las desigualdades ‘entre’ países.
Por otro lado, sabemos que la desigual-
dad en el interior de muchos países ten-
dió a crecer en las últimas décadas. Es
el caso bien conocido de EEUU, pero
también de otros que partían de niveles
de desigualdad más bajos, como Sue-
cia. La desigualdad entre personas de un
mismo país aumentó, pero no se puede
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