editorial
P
asó otro Argentino Abierto, con otro título de La Dolfina. Lejos
estuvo, no obstante, de ser otro año más para el polo argentino,
el mejor del mundo. Fue un año de quiebre, con consecuen-
cias todavía insospechadas. Algunas ya se pueden vislumbrar, como los
rápidos cambios de nombres en los principales equipos. Otros parecen
tener menos reflejos y aún no advierten la magnitud de lo que ocurrió.
Esto es lo que ocurrió.
En primer lugar, como se dijo, volvió a ganar La Dolfina. Séptimo
título consecutivo con la misma formación, superando a Coronel Suá-
rez y Venado Tuerto. Impresionante. Insospechado cuando empezó esta
historia. La ratificación de que está en otra dimensión que el resto. Forzó
un reacomodamiento de piezas.
Segundo, apareció un nuevo equipo con potencial de meterse en una
conversación que parecía reservada para tres: La Dolfina, Ellerstina y Las
Monjitas. El surgimiento de La Natividad, con los hermanos Barto (18) y
Camilo (16) Castagnola contribuyó a cambiar el mapa del polo. También
impulsó movimientos de handicaps y, sobre todo, nombres.
Tercero: si sacamos estos factores estamos en presencia de uno de los
peores Abiertos de los últimos años. Sin partidos atractivos, sin público,
sin emoción. La deslucida final resultó una síntesis de lo que fue todo el
certamen, magnificada por el impresentable (y peligroso) estado de la
cancha. Inconcebible que los mismos dirigentes que permitieron la sus-
pensión de la final del Abierto de Tortugas luego de 4 minutos de juego
en las que apenas hubo un resbalón que ni llegó a caída presentaran una
cancha así para una final de Palermo. Cinco caídas y una fractura (de
Nero), además del pobre espectáculo, son suficientes.
Los equipos reaccionaron rápido. Ellerstina se reforzó con Hilario
Ulloa, La Natividad sumó a Polito Pieres, ascendió 8 goles y hasta se asoció
por Alejo Miranda
con Camilo Bautista y Las Monjitas. Caset y Sola, al cierre de esta edición,
seguían buscando equipo, pero se descuenta que serán competitivos. La
Dolfina Polo Ranch no está lejos de este cuarteto.
¿Qué más falta para que Palermo se juegue dividido en dos zonas, una
en la que se pelee por el título en la cancha 1 y otra por el ascenso en la 2?
Se potenciaría el número de partidos entre candidatos, se incrementaría
el atractivo de la cancha 2, que además ganaría público por el arrastre de
los partidazos de la 1. Tampoco perderían competitividad los de abajo.
No jugarían con La Dolfina o Ellerstina, es cierto, pero ¿qué es mejor
para crecer? ¿Perder por 20 con un equipo top o ser competitivo ante
equipazos La Aguada o La Ensenada?
Además, así como está diagramado hoy el Abierto, en 2020 jugarían
La Dolfina, La Natividad y el equipo de Caset y Sola en la misma zona y
Ellerstina y LD Polo Ranch en la otra. Otra vez, desequilibrado.
No parece haber reflejos por parte de la dirigencia para dar el salto en
este sentido. Afortunadamente, al menos, los propios jugadores vetaron la
posibilidad de jugar los Abiertos de Tortugas y Hurlingham con hándicap.
Un verdadero despropósito, una falta de respeto para dos certámenes tan
importantes y tradicionales.
Esperamos que el lector enriquezca este debate con el contenido de
este número, que trae todo lo que dejó el 126º Campeonato Argentino
Abierto y las conquistas de Sol de Agosto-Alegria en la Copa Cámara de
Diputados y de El Overo Z7 UAE en el Abierto Femenino.
Y para cerrar, todo lo que dejó el Grand Slam Beach Polo Stad, que
explotó como nunca en las playas de Pinamar, Cariló y Valeria del Mar
y contó con la presencia estelar de Mumy Bellande, pionera del polo
femenino y primera mujer en participar en este certamen.
¡Hasta la próxima! n