Las flores marchitas
Un día al amanecer,
cuando desperté, llovía fuerte,
fui corriendo al jardín
para salvar las flores de la muerte.
Las rosas estaban deshojadas;
los geranios, esparcidos;
los crisantemos, amontonados,
y las anémonas, descoloridas.
Qué sentimiento tan profundo el espectáculo me causó,
recordando aquellas horas
que con tanto cariño las planté yo.