CIENCIA
EL REFLEJO de sacudirse
Cuando nuestro perro sale del agua y se prepara para esa inevitable“ ducha” que nos empapará a todos los presentes, estamos presenciando uno de los fenómenos evolutivos más fascinantes del reino animal. Ese movimiento aparentemente simple de sacudirse es en realidad un sistema neurológico especializado que ha evolucionado durante millones de años para proteger a los mamíferos peludos de serios problemas de salud.
UN SISTEMA DE PROTECCIÓN VITAL
El agua en el pelaje no es tan inofensiva como parece. Cuando permanece húmedo, se convierte en el ambiente perfecto para el desarrollo de bacterias y hongos. Además, el agua en la naturaleza contiene organismos patógenos que pueden causar infecciones, irritaciones, alergias y pérdida peligrosa de calor corporal. Por esta razón, la evolución desarrolló este eficiente sistema de“ centrifugado natural”.
LA CIENCIA DETRÁS DEL MOVIMIENTO
Un reciente estudio publicado ha identificado el circuito neuronal responsable de este comportamiento. El mecanismo se basa en unos receptores sensoriales especializados llamados mecanorreceptores de umbral bajo de la fibra C( C-LTMR), que detectan cualquier irritante en la piel. Estos receptores se activan
Una maravilla evolutiva canina.
cuando algo causa que los pelos se plieguen, ya sea por el peso del agua o incluso por un insecto que camina sobre el pelaje. Como explica la neurocientífica Kara Marshall,“ su sistema táctil es tan complejo que puede distinguir una gota de agua de un insecto que se arrastra o el tacto amable de un ser querido”. Esta precisión sensorial permite respuestas específicas y apropiadas para cada situación.
EFICIENCIA
BIOMECÁNICA EXTRAORDINARIA
Los perros han perfeccionado esta técnica hasta convertirla en una obra maestra de eficiencia. Logran eliminar aproximadamente el 70 % del agua de su pelaje en pocos segundos, sacudiendo sus cuerpos entre 4 y 5 veces por segundo. Esta frecuencia genera la fuerza centrífuga necesaria sin causar agotamiento muscular.
La secuencia del movimiento tampoco es casual: siempre comienzan por la cabeza y continúan hacia el resto del cuerpo. La flexibilidad de su columna vertebral permite que el movimiento se propague como una onda, creando un“ efecto latigazo” que aumenta la velocidad centrífuga y expulsa el agua incluso de las zonas más difíciles de alcacar como las patas y la cola. Para los mamíferos salvajes, esta habilidad es literalmente una cuestión de supervivencia, evitando la pérdida peligrosa de calor corporal en entornos fríos y el gasto energético adicional de cargar con pelo mojado.