Pets Experts Magazine Mayo 2025 | Page 8

CIENCIA

PERROS de Chernobyl

A

casi 40 años del desastre nuclear de Chernóbil, los perros callejeros que habitan la zona de exclusión están revelando cómo la vida puede adaptarse a condiciones extremas. Un estudio reciente ha encontrado marcadas diferencias genéticas entre grupos de estos animales, lo que sugiere posibles mecanismos de adaptación a la radiación. Estas variaciones en el ADN podrían ser clave para entender cómo ciertos organismos sobreviven en entornos tóxicos y contaminados.
DOS POBLACIONES, UN ENTORNO HOSTIL
La investigación, liderada por científicos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y la Universidad de Columbia, analizó dos poblaciones de perros: una cercana al reactor dañado y otra a unos 16 kilómetros, en la ciudad de Chernóbil. Los resultados mostraron al menos 391 regiones del genoma diferentes entre ambos grupos, muchas relacionadas con la reparación del ADN, lo que sugiere que la exposición prolongada a la radiación ha influido en su evolución genética.
SUPERVIVIENTES DE UN ENTORNO EXTREMO
Tras la explosión del reactor número 4 en abril de 1986, la región fue evacuada, pero muchos animales domésticos quedaron atrás. Los perros que hoy vagan por las aldeas abandonadas y los alrededores
Adaptación genética a la radiación.
de la planta nuclear son descendientes de aquellos supervivientes. Han logrado adaptarse a condiciones hostiles, enfrentando frío extremo, falta de alimentos y una exposición constante a sustancias tóxicas.
SEÑALES EN EL GENOMA
El estudio no puede confirmar aún si las mutaciones encontradas son consecuencia directa de la radiación, pero sí establece una base sólida para investigar la evolución rápida en ambientes contaminados. Según el Dr. Matthew Breen, coautor del estudio, algunas de las diferencias genéticas podrían representar adaptaciones que permiten a estos animales reparar el daño en su ADN de forma más eficiente.
UN REFUGIO INESPE- RADO PARA LA VIDA
Sorprendentemente, la zona de exclusión se ha convertido en un refugio para la fauna silvestre. Lobos, linces, osos e incluso caballos salvajes conviven ahora en un ecosistema sin presencia humana permanente. Los perros, en particular, han desarrollado vínculos con los trabajadores y científicos que aún operan en la zona. Además de su valor científico, estos animales se perfilan como“ especies centinela” para estudiar los efectos de la contaminación en la salud humana. Comprender su adaptación podría ofrecer pistas valiosas para afrontar futuros desafíos medioambientales.