CIENCIA
16 PETS EXPERTS
MAGOS del océano
El misterioso arte del pulpo para transformarse.
Aunque el Día Internacional del Pulpo se celebró el pasado mes de octubre, vale la pena explorar una de las capacidades más sorprendentes del reino animal: la habilidad de los cefalópodos para transformar su color, textura y forma en cuestión de milisegundos. Pulpos, sepias y calamares poseen una piel compuesta por millones de cromatóforos— células llenas de pigmento que funcionan como diminutos píxeles— y papilas capaces de erizarse o aplanarse, lo que les permite adoptar desde superficies lisas y arenosas hasta imitaciones casi perfectas de corales o rocas. Este asombroso repertorio visual cumple muchas funciones más allá del camuflaje. Una de las más sorprendentes es la defensa frente a depredadores. Algunas especies oscurecen su cuerpo, adoptan posturas más grandes o incluso generan patrones oculares para intimidar. Otras, como el famoso pulpo de anillos azules, exhiben destellos de colores venenosos como advertencia. Los pulpos miméticos llevan la estrategia aún más lejos: pueden imitar animales peligrosos como peces león o serpientes marinas para desalentarlos.
LOS CAMBIOS DE COLOR TAM- BIÉN SE UTILIZAN PARA ENGA-
ÑAR A LAS PRESAS
Sepias y calamares imitan criaturas inofensivas o proyectan patrones dinámicos que confunden a peces desprevenidos. En algunos casos, estos efectos visuales funcionan como un“ hipnotismo” que les permite acercarse sin ser detectados. Otra función clave es la comunicación entre individuos, especialmente en especies que viven en aguas profundas con poca luz. Algunos calamares producen su propio brillo mediante fotóforos, creando un lienzo luminoso sobre el cual proyectan señales visuales para coordinar movimientos, advertir rivales o expresar dominancia.
FINALMENTE, EL CAMBIO DE COLOR JUEGA UN PAPEL ESENCIAL EN EL CORTEJO
Machos y hembras intercambian patrones complejos para atraer pareja o despistar competidores. En algunas especies, incluso pueden mostrar dos mensajes distintos a la vez: uno para seducir y otro para engañar.
Aunque aún no sabemos si estos cambios reflejan intenciones conscientes, investigadores sugieren que la piel de los cefalópodos podría ser una ventana visible a sus estados internos, un fascinante lenguaje biológico que apenas comenzamos a descifrar.