SINFONía ELECTORAL
Un profundo conocimiento de la opinión pú-
blica y un cuidadoso análisis de los escenarios,
son determinantes para orientar una campaña.
Por supuesto que además algunos candidatos
tienen posiciones ideológicas muy firmes que
no están dispuestos a negociar en pos de ob-
tener votos.
Un ejemplo de que no todas las decisiones su-
man como en álgebra fue la alianza entre Ri-
cardo Alfonsín y Francisco De Narváez en las
elecciones de 2011. Es uno de esos casos en
CAPÍTULO 1
No toda
suma da mas.
Hay alianzas que suman
menos que los votos que
los candidatos tienen
como caudal propio.
los que sumar, resta. Porque los votantes de cada uno de
ellos tenían preconceptos ideológicos con respecto al otro y
no acompañaron la alianza con su voto. Y lo que es peor, la
unión electoral deterioró el capital político futuro de Alfon-
sín, ya que su discurso progresista tendrá que explicar esa
alianza meramente electoral.
Lo que queremos decir es que hoy la investigación de opinión
pública ofrece herramientas para que las decisiones estratégi-
cas puedan evaluarse científicamente, luego entrarán a tallar
ESTRATEGIA
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otros factores como la credibilidad del emisor, su carisma y los
resultados serán el fruto de la combinación de varios elementos.
El mensaje
Las campañas se han vuelto cada vez más mediáticas y los
medios más influyentes son los audiovisuales.
Esto ha dado lugar a que las ideas que se pueden expresar
con gran nivel de síntesis tengan más posibilidades de im-
pactar que aquellas que requieren un desarrollo más extenso.
Los discursos de campaña y las plataformas, se han ido retra-
yendo para dar lugar a una forma de mensajes políticos más
cercanos a la cultura del video clip o del tuit.
Los actos son cada vez menos numerosos y espontáneos y el
gran público escucha a los candidatos a través de la radio y
la televisión, y lee lo que ellos dicen –o lo que sobre ellos se
dice– en los diarios y las redes sociales.
A diferencia de lo sucedido en la campaña de 1983, en la que
casi todos los partidos redactaron y difundieron sus platafor-
mas, cada vez es menos frecuente que lo hagan y menos aún
que en el supuesto caso de que decidan escribirlas, encuen-
tren alguien que las lea.
Ciertamente, existe una exigencia legal para que se presente
la plataforma ante la Justicia Electoral. Sin embargo, en mu-
chos casos no pasa de ser un documento formal para cum-
plir y nada más.
En las campañas presidenciales que se llevaron a cabo en esta
etapa democrática argentina, los candidatos apenas lograron
instalar unas pocas ideas; no más de dos o tres.
Quienes mejor pudieron identificar las demandas de la socie-
dad y ofrecerse como eficaces intérpretes de esas demandas co-
lectivas, han sido quienes mejores performances obtuvieron.