SINFONía ELECTORAL
Vale la pena destacar que en las democracias más estables del
mundo se han desarrollado modernas técnicas de investiga-
ción y comunicación al servicio del posicionamiento políti-
co que la constante interrupción de los procesos democráti-
cos retrasó en América Latina. Esto es así al punto que resulta
muy exigua la bibliografía en español sobre esta temática.
Ciertamente, hay libros que cuentan experiencias exitosas y
otros que teorizan sobre diferentes aspectos de una campaña
pero, en este caso, quisimos ofrecer un manual práctico que
permita tener una mirada general sobre cada uno de los dife-
rentes aspectos que hay que considerar para poder diseñar e
implementar una campaña ganadora.
Excepto muy honrosas excepciones las campañas en la Argen-
tina tienen, hasta el momento, importantes deficiencias tanto
a nivel del desarrollo de la estrategia como de su implemen-
tación. Este rasgo se acentúa particularmente en las campa-
ñas no presidenciales, es decir, las que se hacen para promo-
ver candidaturas de gobernadores, intendentes y legisladores.
Tanto por lo que hay en juego como por los presupuestos que
se manejan, las campañas presidenciales y algunas campañas
de gobernadores de provincias grandes, suelen tener un nivel
de despliegue profesional y técnico superior y, en muchos ca-
sos, cuentan con asesores de vasta experiencia.
En las campañas en general, pero muy especialmente en el ni-
vel de gobernadores, intendentes y legisladores, es mucho lo
que se puede hacer para progresar.
La evolución del conocimiento, la especialización y el perma-
nente desarrollo tecnológico brindan nuevas oportunidades
que obligan a incorporar distintas especialidades al servicio
de la competencia electoral.
Una campaña política requiere la más perfecta armonía entre
los dirigentes y los equipos técnicos encargados de colaborar
en cada uno de los aspectos y tareas necesarias para llevar-
la a cabo. Siempre los dirigentes serán los responsables de las
CAPÍTULO 1
INTRODUCCION
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decisiones que se tomen porque, al fin y al cabo, serán ellos
quienes protagonicen la mayoría de las acciones dando la ca-
ra ante el electorado y poniendo en juego su presente y su fu-
turo político.
Los asesores deberán orientarlos en los distintos aspectos téc-
nicos y advertirlos de los riesgos presentes en las decisiones
que se tomen. De nada sirven asesores genuflexos que no sean
capaces de hablar de frente con sus comitentes, ni aquellos
que quieran imponer sus ideas por encima de los candida-
tos, verdaderos protagonistas de las campañas. La armonía
y la suma de conocimientos y esfuerzos garantizan los mejo-
res resultados.
Está absolutamente demostrado que una campaña técnica-
mente mal orientada no le aportará un solo voto más al can-
didato y hasta puede resultar contraproducente.
Una publicidad muy intensa y estratégicamente mal planifica-
da terminará por pagarse doble: seguramente resultará muy
onerosa y no producirá los resultados esperados.
Candidatos mal asesorados pueden sufrir transmutaciones
que los conviertan en seres artificiales e insípidos ante el elec-
torado, sin atractivos –siquiera– para sus más fieles seguidores.
Si se trata al candidato con la lógica que se utiliza para la ven-
ta de un producto comercial, se dilapida uno de los recursos
más valiosos de toda campaña que es la generación de hechos
comunicables, perfectamente compatibles con la acción polí-
tica pero muy difíciles de producir cuando se trata de vender
productos.
Cuando la pauta de medios está mal balanceada termina sa-
turando al espectador y constituye, además, un verdadero
despilfarro de recursos.
La misma lógica sería aplicable cuando se pauta profusamen-
te una mala publicidad: cada aparición, puede restar en vez
de sumar.