Personajes legendarios del género de terror | Page 7
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CAPÍTULO 1. BRUJA
tes en otras lenguas, aunque con diferentes connotaciones, son el inglés witch, el italiano strega, el alemán Hexe y el francés sorcière. Esta última palabra, femenino de
sorcier, deriva del latín vulgar sortiarius (que literalmente
significa « hablador de suertes o parlachín de suertes») y
del latín clásico sors, sortis (que primero señalaba un procedimiento de clarividencia, y luego significaba destino o
suerte).
La palabra española «bruja» es de etimología dudosa,
posiblemente prerromana —¿ibérica?—, del mismo origen que el portugués y gallego bruxa y el catalán bruixa.
La primera aparición documentada de la palabra, en su
forma bruxa, data de finales del siglo XIII.[2] En 1396
se encuentra la palabra broxa, en aragonés, en las Ordinaciones y paramientos de Barbastro. Carmelo Lisón
Tolosana considera que el origen de la palabra puede
encontrarse en el área pirenaica. En Gascuña y Béarn
era también corriente el uso de una palabra etimológicamente relacionada, brouche. Debe tenerse en cuenta
que en esta época el Languedoc y la Corona de Aragón
eran áreas culturalmente muy relacionadas.[3] El término
inglés witch tiene un origen más controvertido, aunque
posiblemente deriva del radical wik de origen tanto celta
como germánico.[4][5][6][7]
En el País Vasco y en Navarra se utilizó también el término sorgin (/sorguín/ en su pronunciación en español), y
en Galicia, la voz meiga.
1.1.1
Diferencia entre bruja y hechicera
El antropólogo español Julio Caro Baroja propone diferenciar entre «brujas» y «hechiceras». Las primeras habrían desarrollado su actividad en un ámbito predominantemente rural y habrían sido las principales víctimas
de la caza de brujas en los años 1450 a 1750. En cambio,
las hechiceras, conocidas desde la antigüedad clásica, habrían actuado en la ciudad. Como ejemplo de las primeras
Caro Baroja pone a la sorgina de la brujería vasca, y de
las segundas al personaje de La Celestina de Fernando de
Rojas. De esta última dice que, aunque el autor “dibujó
su espléndido personaje tomando elementos de la literatura latina, de Ovidio, de Horacio, etc.” sus rasgos coinciden “con los que aparecen enumerados en los procesos
levantados a las hechiceras castellanas por los tribunales
inquisitoriales".[8]
su poder es vicario pero diabólico, adquirido a través de
pacto explícito, personal y directo con el mismísimo Satán en conciliábulo nocturno y destructor que anuncia el
aquelarre". El paso de la hechicera a esta “bruja satánica”, “bruja aquelárrica”, como la llama también Carmelo
Lisón, se produjo en Europa a lo largo de los dos siglos
finales de la Edad Media.[9]
Carmelo Lisón también discrepa de Caro Baroja en cuanto a la consideración del personaje de Celestina porque
la considera un “híbrido” entre bruja y hechicera. Celestina, dice Carmelo Lisón, vive “rodeada de ponzoñosos
ungüentos y de fórmulas mágicas cuyo poder residía en
la fuerza del lenguaje” pero “puede además disparar el terrible dardo del maleficio, opera con poderes nocturnos,
conjura y obliga al mismísimo Satán".[10]
Yo, Celestina, tu más conocida cliéntula,
te conjuro por la virtud é fuerça destas vermejas letras; por la sangre de aquella nocturna
aue con que están escriptas; por la grauedad de
aquestos nombres e signos, que en este papel se
contienen; por la áspera ponçoña de las bíuoras, de que este azeyte fué hecho, con el cual
vnto este hilado: vengas sin tardança á obedescer mi voluntad...
Si no lo hazes con presto movimiento, ternásme por capital enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes é escuras; acusaré cruelmente tus
continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas
palabras tu horrible nombre. E otra é otra vez
te conjuro. E assí confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde
creo te lleuo ya embuelto
Según Carmelo Lisón, “el conjuro revela el carácter bastardo de Celestina, alcahueta mestiza, resultado de un
cruzamiento entre bruja y hechicera. Aunque se confiese
cliente del demonio sabe bien su «arte», conoce y sabe
leer los agüeros y activa a voluntad el poder intrínseco a
líquidos, hilados y palabras. Además, para asegurarse el
éxito, pacta con Satán pero, nótese, en pacto arrogante
Carmelo Lisón Tolosana distingue también entre hechi- y altivo, exigente y amenazante, en pacto entre iguales,
dos agentes teúrgicos tan poderosos como
cera y bruja pero según este antropólogo español la di- esto es, entre
[11]
malvados”.
ferencia se basa en la relación que mantienen una y