PERSONAJE
PA N A M Á
R aúl A ltamar A rias
S
ESCRITOR
iguiendo al tambor
Alfredo Hidrovo posee
una energía y entusiasmo que son
contagiosos. Su vida ha estado de-
dicada a la música, siguiendo la co-
nexión que sintió con los tambores
desde niño. Aunque no lo aparenta,
Hidrovo supera las cinco décadas y
sus pininos musicales fueron tocan-
do covers de todo lo nuevo que salía
en MTV. Tocaba en fiestas, el único
escenario disponible en la capital
panameña en esa época, y afirma
que «fue brutal para mí el encontrar
la energía dentro de la batería y del
ritmo», influido por grandes como
Stewart Copeland de The Police.
Estudió en la respetada Berklee
College of Music, en Boston, an-
tes de que Danilo Pérez la hiciera
popular en Panamá. Al principio se
intimidó, pensando que no tendría
el talento para competir con tantos
músicos dedicados, pero superó sus
dudas, obtuvo su diploma en inge-
niería de grabación y partió a las
grandes ligas de Nueva York. Allí
vivió quince años e hizo carrera,
por un lado trabajando en la hoy
desaparecida Manny’s Music, una
tienda de instrumentos que durante
sesenta años atendió a los mejores
músicos que pasaban por la ciu-
dad; por otro lado, Hidrovo toca-
ba percusión y batería con todos y
de todo, experiencia que puso su
ego bajo control y que le permitió
desarrollar su versatilidad como
músico. «Algo que me encantó en
New York es que todo el mundo
tocaba música original. Nadie ha-
cía covers». Tocó desde punk hasta
música étnica y, en particular, des-
tacó amenizando clases de baile y
de yoga, donde tenía que activar su
creatividad para divertirse y cumplir
el trabajo. «¡Yo sé que tengo buen
ritmo porque pongo a los bailari-
nes a bailar!», comenta entre risas.
Folclor cósmico y el rito
de la luna
Hidrovo ha lanzado tres dis-
cos como solista que él mismo ha
compuesto, tocado y grabado. Él
admite que poseen un hilo conduc-
tor, pero fue el músico panameño
Carlos Iván Zúñiga quien los bau-
tizó como «folclor cósmico», ins-
pirados en los elementos de world
music y rock-pop de cantautor que
8
El consumado percusionista detrás de Luna
Llena de Tambores habla acerca de su
trayectoria como músico y creador de uno
de los eventos culturales más populares de
los últimos años.
A l ritmo de
A lfredo H idrovo
Fotos: Jorge Luis Gallardo . Emite photography.
proyectó en sus composiciones.
Muchos se sorprenderán al saber
que el proyecto que más reconoci-
miento y satisfacción le daría a Hi-
drovo comenzó en Casco Antiguo.
A su regreso de Estados Unidos,
alrededor del año 2005, e inspirado
en los chicos que se ganaban la vida
tocando ritmos urbanos con cubos
o tanques de plástico en las calles
neoyorquinas, se dispuso a crear un
taller en La Casona (un desaparecido
bar del Casco) donde enseñaría esa
técnica musical a niños. Aunque el
proyecto le fue saboteado, él siguió
adelante y, tras ser maestro de mú-
sica en un colegio y en una funda-
ción, tuvo el interés de retomar los
cubos, pero con músicos y bajo el
corotú gigante del jardín deportivo
de la Ciudad del Saber en Clayton.
No asistieron músicos, más bien pú-
blico en general, y el asunto se tornó
didáctico y entretenido.
Ocho años más tarde, Luna
Llena de Tambores es un evento
mensual que ha recorrido el país y
divertido a miles. Ha tenido públi-
cos de diez mil y ocho mil perso-
nas, en conciertos que él dirige con
pasión y diversión más que con la
rigidez de un director de orquesta
o un cantante egocéntrico. El éxito
inesperado del evento le ha hecho
madurar: «Mi crecimiento emocio-
nal y personal ha sido algo increí-
ble. He tenido que enseñar y he te-
nido que reinventarme. Aquí tienes
que mover al público y eso genera
una energía fuertísima», confiesa el
músico.
El 2018 traerá nuevos retos para
Hidrovo y su legión de tamboreros:
presentará una nueva canción temá-
tica del evento, un libro que recopi-
la la trayectoria que ha recorrido en
estos años y espera, por fin, llevarlo
al extranjero. El aspecto divertido,
inclusivo y catártico de juntarse a
tocar un tambor en comunidad es
una magia que este músico pana-
meño seguirá liderando como un
verdadero chamán del ritmo.