Paroxismo en Guatemala Guatemala Suplemento | Page 42

42 | P á g i n a El pueblo desfila multitudinario por las arterias de las urbes, de manera civilizada, dentro del marco de la ley, sin afanes de violencia física; no hay muertos en las cunetas, ni detenidos que encienden la pasión final o la diatriba que lleva a la confrontación de unos contra otros. La presión la siente el Congreso, donde, según se ha visto, las componendas entre los grupos de diputados ya no funcionan. De nada sirve que los legisladores de aquel partido se unan con los de Pérez Molina, para salvarle “el pellejo”, el puesto de presidente… al presidente. Los guatemaltecos de la sierra, las zonas de labranza, las amas de casa, los estudiantes y los profesionales, solo quieren una cosa: que el mandatario renuncie, que deje su puesto a otro que sea honesto de verdad y se celebren elecciones anticipadas. Sin olvidar que los gobernantes depuestos tendrán que sentarse en los banquillos de los acusados y enfrentar cargos descomunales que podrían llevarlos a prisión, tal y como se acaba de hacer con la ex vicepresidenta Roxana Baldetti, quien ya está en una celda como nunca lo imaginó ella misma en toda su vida. En otro semblante de esta Guatemala “ordenadamente convulsa”, se supo en el aeropuerto internacional que el ex ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, iba a tomar un vuelo hacia Panamá; pero los pasajeros al enterarse que iba en el mismo avión, se opusieron para que subiera al aparato. Evidentemente Guatemala no quiere nada, en esos instantes históricos, con los corruptos. El país, sus gentes, se hastiaron. Algo similar hicieron con el general Manuel López Ambrocio, ex ministro de Defensa, cuando los viajeros protestaron hasta que el político desistiera de hacer el mismo vuelo. Mientras tanto, Pérez Molina, el presidente que Guatemala repulsa, que no quiere “ni en pintura”, solo atina a enviar comunicados de prensa a los periódicos en los que lamenta que la Sra. Baldetti esté en el penal de Santa Teresa, que es, sino, un sanatorio psiquiátrico. Las multitudes se movilizan desde todos los puntos cardinales; la producción se paraliza, la policía y el ejército únicamente atinan a ver lo que sucede. Quizás se estén percatando de que están frente a la misma historia que un día sus hijos y nietos estudiarán en los colegios. Guatemala se cansó de tanta corrupción, mientras el mundo fija sus ojos expectantes en esta magna demostración de genuina y absoluta democracia.