Marradi
a. Orientación para reducir al mínimo la separación entre ciencia y
vida cotidiana; por lo tanto, una fuerte propensión a abandonar
las torres de marfil y tomar contacto directo con los sujetos mientras llevan a cabo sus actividades habituales poniendo en el centro de la investigación sus visiones del mundo y sus auto-comprensiones, expresadas en sus propios términos (epistemología del
sujeto conocido). Esta tendencia a seguir de cerca la vida cotidiana conlleva:
b. Una fuerte dependencia del contexto: cada investigación está estrechamente conectada a la específica situación que investiga;
este carácter es tan importante que vuelve legítimo hablar de conjunto de la situación. Esto a su vez conlleva:
c. Una preferencia por los problemas micro, que para algunos investigadores no excluye la ambición de enfrentar sobre esta base
también los problemas macro (véase, por ejemplo, algunos ensayos recogidos en Knorr-Cetina y Cicourel, 1981).
d. Orientación marcadamente idiográfica, descriptiva, que en muchas corrientes no implica renunciar a formular conceptos de alcance y reclamo general.
e. Una orientación marcadamente inductiva y heurística: en vez de
“verificar hipótesis” pre-formuladas, el investigador abre los ojos
de par en par hacia las escenas y tiene escucha para todos los
mensajes que la situación le presenta.
La fuerte contextualización de la investigación conlleva, además:
f. Una preferencia por la comprensión global de específicas “provincias definidas de significado” [la expresión es de Schutz
(1945)], por la comprensión global de situaciones específicas
más bien que por la institución de relaciones causales lineales entre variables (y aún menos por la “verificación” de aserciones singulares en torno a asociaciones entre estas variables);
g. El hecho que la causación, si es contemplada, es considerada como un proceso que se reconstruye por medio de narraciones y no por medio de relaciones estadísticas entre instantáneas
34 | Paradigmas, ene.-jun., 2013, Vol. 5, No. 1, 11-38