Editorial
Desde finales de 2011 , las ciencias en general , y la psicología en particular , han sido sacudidas por el descubrimiento de un par de sonados fraudes científicos . Primero conocimos el caso de psicólogo Diederik Stapel de la Tilburg University , quien admitió no solo haber falsificado datos , sino incluso haberlos fabricado por completo en varias docenas de estudios , los cuales publicó en prestigiosas revistas por más de una década ; meses después se descubriría el caso de Dirk Smeesters , de la Erasmus University de Rotterdam , quien fue hallado culpable de modificar los resultados de sus estudios a fin de que estos demostraran ser estadísticamente significativos .
Desde luego estos casos suponen nuestro rechazo y consternación , pero también ponen varios temas sobre la mesa : en primer lugar estará la discusión sobre la cantidad versus la calidad , cuando se habla de artículos científicos . Las presiones institucionales y colectivas piden a los investigadores ser prolíficos a toda costa , lo que ha permitido el desarrollo de una cultura en donde la publicación de resultados ha pasado a ser el objetivo fundamental de los procesos de investigación ; esto , además , implica la creación de un caldo de cultivo perfecto para este tipo de fraudes . Derivado de lo anterior , está la cuestión que sin duda alguna queda en el aire : ¿ qué tan extendidas estarán estas malas prácticas científicas ? Algunos esperarán que sean pocos los investigadores implicados en este tipo de fraudes ; otros pensarán que de una u otra manera el proceso mismo de interpretación por parte del investigador modifica sus datos ( así sea ínfimamente ); pero creo que nadie en las ciencias sea tan inocente como para pensar que los casos Stapel y Smeesters sean los únicos ( basta recordar a Yoshitaka Fujii , el infame científico con el récord del mayor número de artículos fraudulentos ). No son pocos los estudios que han mostrado como el plagio , las faltas éticas , los errores en la interpretación de los datos y los estudios basados en evidencias pobres son prácticas más extendidas de lo que se quisiera .