Outlander Magazine Número 7 (marzo 2018) | Page 28
ESCOCIA INFINITA
El castillo de Edimburgo y
sus curiosidades
Angie Castells nos sumerge en los lugares más bonitos
y mágicos de Escocia y su capital, Edimburgo. Cual mo-
narca observando su reino, el majestuoso castillo de
Edimburgo preside la capital escocesa desde lo alto de
la escarpada colina volcánica Castle Rock.
Esta fortaleza, situada en el extremo oeste de la Royal Mile y de la
Old Town, ha sido protagonista a lo largo de los siglos: su interior ha
visto nacer y morir a reyes escoceses, sido escenario de crudas bata-
llas, invasiones y asedios, servido como cárcel y arsenal militar…
¿Nos acompañas a visitar el castillo de Edimburgo? Hoy queremos
enseñártelo de una forma menos convencional: ¡a través de diez de las
curiosidades que cobija!
Espionaje en la realeza
Aunque no tan sofisticadas como las historias de espionaje que salpican las
noticias hoy en día, en el siglo XV los monarcas ya contaban con técnicas
efectivas para aguzar el oído y recabar información.
En el castillo de Edimburgo, al rey Jacobo IV no se le escapaba nada gracias
a las Laird’s Lugs (Lord’s ears, es decir, «las orejas del rey»), una pequeña
apertura en la pared de piedra que comunicaba con el Gran Salón del Castillo
y le permitía escuchar, sin ser visto, las conversaciones que allí tenían lugar
durante las reuniones importantes.
Cuentan que siglos después, cuando el ex presidente soviético Mikhail Gor-
bachev preparaba su visita al Castillo en 1984, el KGB pidió que los Laird’s
Lugs se tapiaran por razones de seguridad.
Cementerio de mascotas
Uno de los rincones más curiosos de la fortaleza es el cementerio de mas-
cotas, una pequeña terraza repleta de pequeñas tumbas que puedes contem-
plar desde arriba.
Se creó en 1840 para que los soldados pudieran enterrar a sus mascotas,
en especial perros, en las épocas en las que el Castillo estaba aislado del ex-
terior.
En Escocia solo existe otro cementerio de mascotas de militares, que se en-
cuentra en Fort George, cerca de la ciudad de Inverness.
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Un inquilino diferente
En 1838, el regimiento nº 78 de Highlanders re-
gresó de Ceylán (Sri Lanka) con un animal singular
en latitudes escocesas: un elefante. Los Highlan-
ders lo adoptaron como mascota y decidieron que
viviera en el castillo de Edimburgo con ellos. Si pre-
guntas a los guías del Castillo, te contarán que el
elefante y su cuidador acudían a la cantina, traga-
ban litros y litros cerveza y luego se echaban a dor-
mir en los establos.