The clock is ticking. The Intergovernmental Panel
on Climate Change announced that we have just 11
years to prevent climate change from becoming irreversible.
Yet, solutions to help businesses become
carbon neutral within such a limited timeline are few
and far between. Given that just 100 companies account
for over 70% of global emissions, supporting
private corporations to reduce their carbon footprint
should be a priority for environmentalists.
Twentytwenty, a local environmental consultancy
I co-founded, was established with exactly that in
mind. Our ethos has been to empower businesses
to reduce their emissions and become carbon neutral
in a way that also makes sense for them from a
financial and branding point of view. We must resist
the urge to talk about sustainability purely in terms
of its benefit for the planet, and begin also stressing
the business case for transitioning towards greener
practices. Only then can we expect significant numbers
of companies to invest time and resources into
tackling our climate crisis, because it will help them
perform better rather than simply feel good.
Our work so far has focused on helping businesses
in three key ways: cost minimisation,revenue
maximisation, and improved marketing potential.
Crucially, we deliver these benefits using methods
that directly reduce a company’s negative ecological
impacts. That’s a win for businesses, and a win for
the planet. Given that the world is currently experiencing
both an economic collapse and a climate
catastrophe, this is the kind of approach needed to
make real progress. In particular, businesses must
learn to embrace resource efficiency and the concept
of ‘radical transparency’.
The former can be achieved through environmental
audits, which analyse the interactions between
an organisation’s processes and the natural environment.
Environmental audits identify hotspots
of resource wastage including the consumption of
electricity, water and raw materials like paper. Their
aim is to align a business’ goals with the planet’s
well-being; to find ways of running the same business
more efficiently to decrease pollution. Reducing
electricity usage saves companies money, and also
cuts their carbon footprint. Using less packaging
decreases the cost of materials, and also minimises
litter and marine pollution.
El reloj está en marcha. El Panel Intergubernamental
del Cambio Climático anunció que nos quedan apenas
once años para impedir que el cambio climático sea
irreversible. Empero, las soluciones para ayudar a que
las empresas se transformen en carbono-neutrales
en una franja de tiempo tan limitada son escasas y
divergentes. Dado que sólo cien empresas acumulan
el 70% de las emisiones del planeta, el apoyo a las
corporaciones privadas debería constituir una prioridad
para los ecologistas.
Twentytwenty, una consultoría ecologista que de
la que fui cofundador, se estableció con ese preciso
objetivo en mente. Nuestra ética ha consistido en
alentar a las empresas a que reduzcan sus emisiones
y se transformen en carbono-neutrales de una manera
que les resulte viable desde los puntos de vista financiero
y comercial. Debemos contener la necesidad de
referirnos a la sostenibilidad en términos puramente
relacionados con cómo beneficia al planeta para empezar
a subrayar la situación de las empresas y su
transición hacia prácticas más ecológicas. Sólo entonces
podremos esperar que un número significativo de
compañías invierta tiempo y recursos en hacer frente
a nuestra crisis climática. Por encima de sentirse bien,
ello les permitirá actuar mejor.
Nuestra labor hasta la fecha se ha centrado en ayudar
a las empresas a través de tres elementos clave:
minimización de costes, maximización de ingresos y
un potencial de marketing incrementado. De forma
esencial, proporcionamos estos beneficios a través de
métodos que reducen el impacto ecológico negativo
de las empresas. Esto constituye un triunfo para las
firmas y un triunfo para el planeta. Dado que el mundo
atraviesa en la actualidad un colapso económico y
una catástrofe climática, éste es el tipo de enfoque
necesitado para avanzar de verdad.
En concreto, las empresas deben aprender a compatibilizar
la eficiencia energética con el concepto de
‘transparencia radical’. La primera puede lograrse a
través de auditorías medioambientales que analicen
cómo interactúan los procedimientos de las empresas
con el entorno natural. Las auditorías medioambientales
identifican puntos calientes de despilfarro de
residuos, lo cual incluye el consumo de electricidad,
agua y materias primas como el papel. Su objetivo
consiste en alinear los objetivos empresariales con el
bienestar del planeta; encontrar fórmulas para que la
30 OTWO 14 / SEPTEMBER 2020