OTWO Magazine October 2019 | Page 88

Morocco is known worldwide as a country of po- tters. Many of the usual shops that we find here, both on roadsides and in towns, or in markets and souks, are native ceramic crafts stalls. Sure enough, along the sides of the main roads of the Biosphere Reserve, these stalls are so typical that they form an intrinsic part of the landscape. After the obligatory stop in search of souvenirs and a careful and considered look around, you can appreciate the multitude of shapes, sizes and fini- shes that coexist in these very small spaces. Many of the most colourful, glazed and decorative pieces come from the most important and contemporary pottery cen- tres in the country, such as Fez or Safi. However, along- side these, there are various pots of unusual craftsmanship, that appear to be much more modest and generally not as well valued. But when you take a closer look, they are real treasures, with roots that sink deeply into the dawns of time: The Amazigh or Berber ceramics. Working without cera- mic wheels, using coiling techniques to create the pots, the absence of statio- nary ovens, and the way the work is shared, makes the pro- cess of producing these ceramics comparable with prehistoric methods. Watching the Riffian women handle the clay, it is easy to visuali- se how our ancestors worked 3 or 4,000 years ago. That is the real value of the clay crafts of the Riff, and for that reason, its disappearance would be an irreparable loss to a very significant and important cultural and anthropological heritage. Within the area of the Moroccan Mediterranean Intercontinental Biosphere Reserve, there are se- veral traditional pottery areas. In some villages in the north belonging to the domains of the Anjra tribe, such as the Douar Htatech, located between Tangier and Ceuta, a few women make practical 86 Marruecos es conocido en todo el mundo como el país de los alfareros. Muchas de las tiendas más usuales que nos podemos encontrar en el país, tan- to en carreteras como en el interior de poblaciones o en mercados y zocos, son los tenderetes de arte- sanía cerámica autóctona. En efecto, en los arce- nes de las carreteras principales de la Reserva de la Biosfera, esos comercios son tan característicos que ya forman parte consustancial del paisaje. Tras la obligada parada en busca de souvenirs y una mirada atenta y detenida, podremos disfrutar de la multitud de formas, tamaños y acabados que conviven en muy poco espacio. Mu- chas de las mas coloridas, de las vidriadas y decorativas provienen de los centros alfareros importantes y modernos del país, como Fez o Safi. Sin embargo, junto a ellas, están pre- sentes una serie de vasijas, de fac- tura irregular, en apariencia mu- cho más humildes y generalmente poco valoradas que, sabiéndolas mirar, constituyen un auténtico tesoro, cuyas raíces se hunden en la noche de los tiempos: la cerámica amazigh o bereber. El trabajo sin torno, la técnica del urdido para levantar las vasijas, la ausencia de hornos estables, la distribución, la forma del reparto del trabajo y la estacionalidad del mismo, hacen comparable el proce- so de elaboración de estas vasijas con los modos de trabajo prehistóricos. Observando a las mujeres rifeñas manejar el barro, es fácil imaginarse cómo lo trabajaban nuestros an- tepasados 3 o 4.000 años atrás. Ese es el verdadero valor de la artesanía del barro del Rif y por eso su desaparición supondría una pérdida irreparable de patrimonio cultural y antropológico de primer orden. En el ámbito de la Reserva de la Biosfera Inter- continental del Mediterráneo marroquí se encuen- tran varias zonas alfareras tradicionales. Por un lado, en el norte, en algunas aldeas pertenecientes a los dominios de la tribu Anjra, como el aduar de Htatech, situado entre Tánger y Ceuta, donde unas pocas mujeres elaboran vasijas muy utilitarias para OTWO 03 / OCTOBER 2019 OTWO 03 / OCTOBER 2019 87