Morocco is known worldwide as a country of po-
tters. Many of the usual shops that we find here,
both on roadsides and in towns, or in markets and
souks, are native ceramic crafts stalls. Sure enough,
along the sides of the main roads of the Biosphere
Reserve, these stalls are so typical that they form an
intrinsic part of the landscape.
After the obligatory stop in search of souvenirs
and a careful and considered look around, you can
appreciate the multitude of shapes, sizes and fini-
shes that coexist in these very small spaces. Many
of the most colourful, glazed and decorative pieces
come from the most important
and contemporary pottery cen-
tres in the country, such as
Fez or Safi. However, along-
side these, there are various
pots of unusual craftsmanship,
that appear to be much more
modest and generally not
as well valued. But when
you take a closer look,
they are real treasures,
with roots that sink deeply
into the dawns of time:
The Amazigh or Berber
ceramics.
Working without cera-
mic wheels, using coiling
techniques to create the
pots, the absence of statio-
nary ovens, and the way the
work is shared, makes the pro-
cess of producing these ceramics
comparable with prehistoric methods. Watching the
Riffian women handle the clay, it is easy to visuali-
se how our ancestors worked 3 or 4,000 years ago.
That is the real value of the clay crafts of the Riff,
and for that reason, its disappearance would be an
irreparable loss to a very significant and important
cultural and anthropological heritage.
Within the area of the Moroccan Mediterranean
Intercontinental Biosphere Reserve, there are se-
veral traditional pottery areas. In some villages in
the north belonging to the domains of the Anjra
tribe, such as the Douar Htatech, located between
Tangier and Ceuta, a few women make practical
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Marruecos es conocido en todo el mundo como el
país de los alfareros. Muchas de las tiendas más
usuales que nos podemos encontrar en el país, tan-
to en carreteras como en el interior de poblaciones
o en mercados y zocos, son los tenderetes de arte-
sanía cerámica autóctona. En efecto, en los arce-
nes de las carreteras principales de la Reserva de
la Biosfera, esos comercios son tan característicos
que ya forman parte consustancial del paisaje.
Tras la obligada parada en busca de souvenirs y
una mirada atenta y detenida, podremos disfrutar
de la multitud de formas, tamaños y acabados que
conviven en muy poco espacio. Mu-
chas de las mas coloridas, de las
vidriadas y decorativas provienen de
los centros alfareros importantes y
modernos del país, como Fez o Safi.
Sin embargo, junto a ellas, están pre-
sentes una serie de vasijas, de fac-
tura irregular, en apariencia mu-
cho más humildes y generalmente
poco valoradas que, sabiéndolas
mirar, constituyen un auténtico
tesoro, cuyas raíces se hunden en
la noche de los tiempos: la cerámica
amazigh o bereber.
El trabajo sin torno, la técnica
del urdido para levantar las vasijas,
la ausencia de hornos estables, la
distribución, la forma del reparto
del trabajo y la estacionalidad del
mismo, hacen comparable el proce-
so de elaboración de estas vasijas
con los modos de trabajo prehistóricos.
Observando a las mujeres rifeñas manejar el barro,
es fácil imaginarse cómo lo trabajaban nuestros an-
tepasados 3 o 4.000 años atrás. Ese es el verdadero
valor de la artesanía del barro del Rif y por eso su
desaparición supondría una pérdida irreparable de
patrimonio cultural y antropológico de primer orden.
En el ámbito de la Reserva de la Biosfera Inter-
continental del Mediterráneo marroquí se encuen-
tran varias zonas alfareras tradicionales. Por un
lado, en el norte, en algunas aldeas pertenecientes
a los dominios de la tribu Anjra, como el aduar de
Htatech, situado entre Tánger y Ceuta, donde unas
pocas mujeres elaboran vasijas muy utilitarias para
OTWO 03 / OCTOBER 2019
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