A lo largo de la semana del 20 al 27 de septiembre,
millones de personas en todo el mundo participaron
en la denominada “mayor movilización climática
de la historia”, en la que se estima que alrededor
de siete millones seiscientas mil personas, en
ciento ochenta y cinco países, han participado en la
Huelga Climática Mundial, liderada por los jóvenes.
Ha sido la primera ocasión, desde que los estu-
diantes iniciaron sus protestas, en la que han soli-
citado la participación de los adultos. La respuesta
ha sido millones de padres y alumnos de todo el
mundo, acompañados de científicos, sindicatos,
empresas y celebridades... todos de la mano han
pedido a los gobiernos que adopten medidas para
frenar la crisis climática.
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Más de cuatro millones de personas salieron a la
calle el 20 de septiembre en Nueva York, Londres,
Sidney, Nairobi y Bangkok siendo las manifestacio-
nes más numerosas. A ellas se unieron ciudades
españolas y Gibraltar.
Los paros por el clima a nivel mundial, arrancaron
en 2015, cuando un grupo de estudiantes indepen-
dientes organizaron la primera huelga escolar por
el clima. Celebrada el primer día de las conferen-
cias del Cambio Climático en la ONU, las protestas
se centraron en tres puntos: energía 100% limpia,
mantener en el subsuelo los combustibles fósiles y
un marco de protección a los refugiados climáticos.
En esta primera huelga participaron cincuenta mil
estudiantes de un centenar de países.
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Con posterioridad, el 20 de agosto de 2018, una
joven llamada Greta Thunberg decidió sentarse en
los accesos del Riksdag de Suecia, sin asistir al co-
legio hasta la celebración de las elecciones suecas
de ese mismo año. La estudiante portaba un cartel
que decía “Huelga escolar por el clima”, a la vez
que anunciaba sus demandas para que el gobierno
sueco redujese las emisiones de carbono, a tenor
del Acuerdo de París.
El día antes de las elecciones generales en su
país, la joven declaró que cada viernes, hasta que
el Gobierno sueco cumpliera con estas demandas,
se pondría en huelga. Este movimiento se extendió
mundialmente bajo la campaña “Viernes por el fu-
turo”. Seguidamente, una vez celebradas las elec-
ciones, Greta Thunberg, comenzó a asistir a mani-
festaciones por toda Europa, mientras era invitada
a hablar en foros internacionales como Davos, el
Comité Económico y Social Europeo y el Congreso
de los Estados Unidos.
La joven Greta, se ha convertido en semilla,
cara y voz del activismo por el cambio climático.
Su intenso compromiso y sus discursos directos,
la han puesto en la línea de salida de la atención
medioambiental mundial. Tanto es así, que a prin-
cipios de año, apareció en la portada de la revista
Time nombrandola, “líder de la próxima genera-
ción”.
Su influencia está tan extendida, que numero-
sos medios de comunicación han denominado el
impacto de las declaraciones y acciones en la lucha
por actuar contra el cambio climático de esta joven
sueca, como “el efecto Greta”.
Con las Naciones Unidas describiendo el cambio
climático como el “problema definitorio de nuestro
tiempo”, las huelgas se llevaron a cabo para coinci-
dir con la Cumbre de Acción Climática de la ONU el
23 de septiembre. Entre todo este trajín, Greta fue
noticia cuando, para asistir a la cumbre americana,
realizó su viaje en velero para evitar la emisión de
dióxido de carbono.
El 20 de septiembre comenzó con reuniones ma-
sivas en las islas del Pacífico. Samoa, Tonga, Vanua-
tu, Papúa Nueva Guinea y Fiji pidieron más medidas
para evitar la subida del nivel del mar. Otros peque-
ños estados como los atolones de Tuvalu y Kiribati,
también participaron y los estudiantes portaban
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pancartas que defendían: “No nos estamos hun-
diendo, estamos luchando”. Estas pequeñas islas
son algunos de los lugares más vulnerables a los
efectos del cambio climático, a nivel mundial.
Desde Nueva York, Greta elogió las escenas en
Australia, “estableciendo estándares”. Centenares
de poblaciones celebraron mítines, estimándose en
trescientas cincuenta mil personas la participación
activa a lo largo de todo el país. En Sydney y Mel-
bourne, decenas de miles salieron a las calles, sien-
do con toda probabilidad las respuestas públicas
más numerosas, desde que en 2003 los ciudadanos
se echaron a las calles, para protestar por la Guerra
de Irak.
Mientras, en el continente asiático, cientos de
personas marcharon por Japón, y en el edificio del
ministerio de Medio Ambiente en Bangkok, los ma-
nifestantes tailandeses cayeron al suelo fingiendo
la muerte, y exigiendo la acción del gobierno sobre
cuestiones climáticas.
Las marchas en Delhi, Mumbai y Kolkata, entre
otras grandes ciudades de la India, mostraron a
trece mil personas protestando a lo largo y ancho
del país.
En Afganistán, un centenar de jóvenes salió a la
calle en Kabul, mientras las fuerzas de seguridad
se desplegaron para proteger al grupo que estaba
dirigido por mujeres jóvenes pertenecientes a una
organización local de acción climática, denominada
Oxygen.
También África se movilizó con cincuenta mil jó-
venes reunidos en Luanda, capital de Angola, una
de las protestas de mayor envergadura vista en el
continente africano. Mientras, en Kenia, Nigeria y
Senegal se reunieron cientos de personas, estimán-
dose la participación total en Sudáfrica en cinco mil
manifestantes.
El viejo continente no defraudó, con una de las
mayores protestas de la semana, un millón cuatro-
cientas mil personas salieron a las calles de Europa
desde Alemania a Reino Unido. Compañías como
Flixbus y el banco GLS, apoyaron a sus trabajadores
para que asistieron a la huelga en varias ciudades
alemanas.
Belfast, Edimburgo, Birmingham, Glasgow y Bri-
ghton fueron algunas de las ciudades británicas
que se pusieron en marcha. Quinientas mil perso-
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