OTWO Magazine March 2020 | Page 54

Gibraltar es generalmente asociado al promontorio natural de 423 metros de roca caliza y a los maca- cos de berbería que componen la única población de monos salvajes de toda Europa. Rara vez se piensa en el hecho de que existen 150 cuevas en así como 57 kilómetros de túneles en una península de ape- nas 6,7 kilómetros de largo. Al visitar Gibraltar, los turistas suelen recorrer la calle principal, subir al teleférico, hacer un recorrido en taxi o mini-bus, subir andando a la parte alta o pasear por los bellos jardines de la Alameda. A media subida se encuentra St Michael Cabin, una encanta- dora cafetería que ofrece una selección de suvenires turísticos así como la posibilidad de comer algo. St Michael’s Cabin sirve e breve parada donde decidir si seguir subiendo hacia la parte alta, bajar hacia la luminosa cueva de San Miguel o decantar- se por ambas opciones. La cueva de San Miguel es sin duda la más visi- tada de Gibraltar, acumulando cientos de miles de visitas al año. Sus enormes formaciones de estalac- titas y estalagmitas, formadas a lo largo de millones de años con el goteo de agua desde el techo, cons- tituyen su atractivo fundamental. 52 Las estalagmitas y estalactitas están iluminadas con diferentes colores de cara a conferirles un aspect aún más vibrante e interesante. Para quienes desco- nozcan la diferencia, la estalagmitas se elevan desde el suelo en tanto que las estalactitas caen del techo. En años recientes, este lugar de interés turístico ha sido convertido en escenario de diversas actua- ciones, desde el baile a los concursos de belleza pasando por espectáculos de comedia con artistas como Jimmy Carr y espectáculos como el Gibraltar World Music Festival. La cueva fue habilitada como hospital de urgen- cias durante la segunda Guerra mundial y aunque nunca llegó a ser utilizada a tales efectos, en 1942 se consensuó la necesidad de abrir tanto una entra- da alternativa al hospital, para facilitar la entrada de corrientes de aire, como una salida alternativa para evacuaciones ante eventuales ataques aé- reos. Durante los trabajos de excavación realizados por el cuerpo de Ingenieros Reales tropezaron con la zona inferior de la cueva, Lower St Michael’s, y ello abrió la posibilidad de realizar nuevas explora- ciones y zonas que a día de hoy siguen fascinando a los visitantes. OTWO 08 / MARCH 2020 Un dato interesante, sin embargo, reside en el hecho de que la parte alta de la cueva está “muer- ta”, ello significando que crece más por estar ya seca y un motivo adicional para mantener la ilumina- ción sobre las estalactitas y las estalagmitas. Esta situación se debe al viento entrante por la entrada alternativa así como al calor generado por las millo- nes de visitas anuales. Al tratarse de una jornada bastante fresca, consideré oportuno abrigarme con un jersey y una chaqueta. De camino a la cueva para encontrarnos con nuestro guía, Steve Payne de Barbary Rock Adventures, advertí que la directora de OTWO, Va- nessa, vestía simplemente una camiseta y un jersey relativamente fino. Le pregunté si esa indumentaria bastaría para entrar en la cueva baja de San Miguel, insistiendo en dar por hecho de que se trataría de un recinto muy frío. Luego descubriríamos que la tem- peratura oscila siempre entre los 17 y los 19 grados celsio, tanto en verano como en invierno, con lo cual ponerse una chaqueta demasiado gruesa garanti- zaría sudar la gota gorda, como si de una sauna se tratara. Éramos un equipo de seis miembros. Steve y un OTWO 08 / MARCH 2020 asistente nos facilitaron sendos cascos de seguridad ante el riesgo de que nos cayera encima roca del techo o chocásemos involuntariamente con alguna estalactita traicionera en alguna de las partes más complicadas del recorrido (no son demasiadas). También fuimos equipados con linternas para usar en las partes más oscuras. Steve consiguió que la experiencia resultase interesante en todo momento, proporcionándonos información acerca de la historia de las cuevas e invitándonos a que usáramos la imaginación para aplicarla a las formas que veíamos en las rocas, su variedad de formas y tamaños. Hubo tiempo para las bromas y nuestra seguridad fue prioritaria en todo momento. A diferencia de la cueva alta, la parte baja de San Miguel sigue viva, llena de musgo y en permanente crecimiento. El recorrido duró tres horas y cinco mi- nutos, desde las 4:40 hasta las 7:45. A tenor de esa información se podría pensar que se trata de una cueva realmente larga en extensión. Pero en reali- dad su longitud es de apenas 200 metros, aunque da la sensación de ser mucho más grande. Al llegar afrontamos una escalera de acero y 53