OTWO Magazine January 2024 | Page 120

Su abuela provenía de un poblado situado a tres noches de su hogar . Yanga nunca notó en la anciana ni un atisbo de nostalgia o interés especial por volver a su lugar de origen . Sin embargo , la llegada de ese cazador desconocido le despertó un repentino interés por conocer los lugares donde había transcurrido la infancia de su maestra .
Mientras el viajero exaltaba a los curiosos que se acercaban a fisgonear la calidad de las pieles que quería intercambiar , ella observaba detenidamente al hombre . Sabía que venía del poblado de su abuela y estaba deseosa de preguntarle si había llegado a conocerla . Notó en el extraño cierta resistencia a responder a preguntas sobre su gente y esto , sumado a sus blancos dientes , que desvelaban a una persona demasiado joven para que aquello hubiese sido posible , la hizo desistir . La joven chamana desconocía que la sabiduría de su abuela había trascendido generaciones y distancias que ella ni siquiera podía imaginar .
Las transacciones entre el hombre y las mujeres del poblado duraron horas . Como era de esperar , la cordialidad y hospitalidad con los viajeros no podía faltar . Al caer la noche el hombre , agradeciendo la generosidad de sus anfitriones , se despidió para retirarse a descansar . Mientras se alejaba miró con una sonrisa de satisfacción los brazaletes de cobre que había conseguido en el acuerdo . Con los primeros rayos de sol , el cazador partió con rumbo desconocido .
No había transcurrido aún una luna cuando Yanga decidió partir hacia el Valle de Piedra , como llamaban al poblado donde había nacido su abuela . La señal que le darían los cantos rodados y el vuelo de los pájaros le harían conocer los días más auspiciosos para su partida . Sin dudarlo emprendió el camino apenas pudo . Ella no sabía cuál era la motivación que la arrastraba a ese viaje , pero sentía que debía hacerlo .
A pesar de las agradables temperaturas y de la belleza del paisaje , el viaje se le había hecho eterno , seguía sin acostumbrarse a ese vacío que sentía y esa sensación de abandono que la ahogaba desde la muerte de su abuela . Llegó al Valle de Piedra cuando el sol aún calentaba , estaba impresionada , aquello no se parecía en nada a su aldea , se trataba de un valle verde atravesado por un río , en donde de manera dispersa se alzaban en sus pastos majestuosos promontorios de piedra con tonalidades grises y marrones . Entre aquellos gigantes era donde habían
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