OTWO Magazine January 2020 | Page 62

destapaban y se colocaban sobre la cabeza un pa- ñuelo. Su importancia en Vejer fue tal, que incluso contamos con numerosos legajos en los archivos, fundamentalmente testamentos, que nos hablan del traje de manto y saya como parte de los bienes que se transmitían por herencia. Desde su origen esta indumentaria ha sido pro- hibida en numerosas ocasiones. Los reyes Felipe II en 1586 y Felipe III en 1610 decretaron su prohi- bición, sin embargo la resistencia popular a estas decisiones permitió su continuidad en esta zona, hasta que el gobierno de la II República lo prohíbe definitivamente amparado en el hecho de que podía enmascarar delitos al disfrazar la identidad de quien lo portaba. Desde entonces hubo varios intentos de recuperarlo, sobre todo en la década de los años 40, sin embargo, la coyuntura económica y la situación de precariedad que asoló al país tras la contienda civil, obligó a la mayoría de las mujeres a reaprove- char los cobijados para otros menesteres, bien como ropa de calle, bien para cubrir otras necesidades del hogar. Eso ha provocado que apenas hayan llegado hasta nosotros trajes originales completos anterio- res a la guerra civil, teniendo solo constancia de la conservación de uno que actualmente se haya ex- puesto en el Museo del Traje de Madrid, gracias al envío que hizo en el año 1935 el Patrono Regional de Cádiz del entonces Museo del Pueblo Español, Pela- yo Quintero Atauri, a la postre una figura clave en el desarrollo cultural de la provincia. El uso del cobijado se recuperó definitivamente con la llegada de la democracia en el año 1976 y actualmente se utiliza de forma oficial en las fiestas patronales, durante el acto de coronación cada once de agosto, donde se proclama entre el gentío de los this, there were many attempts to bring Cobijados back to use, especially in the 1940s, but the financial difficulties of the post-civil war times moved most woman to recycle the outfits into more practical clo- thing or for other necessities. This is why we hardly have any pre-civil war original complete outfits. In fact, we only know about the one which remains in the Museo del Traje, in Madrid. It was sent there in 1935 by Pelayo Quintero Atauri, at the time regional director of the Museo del Pueblo Español. Quintero played a decisive role in the cultural development in the province. Cobijados were definitely brought back after the re-establishment of a democratic system in 1976. They are now officially worn in patron-saint festi- vals, every August 11 through the coronation of the Cobijada Mayor Juvenil and the Cobijada Mayor In- fantil who lead their respective “Cobijadas de honor” groups. They represent the figure of the Vejer woman in every protocol ceremony held locally during a year. The shape of the outfit has hardly changed since its origins but variations in its fabrics are likely to have occurred. Traditional Cobijados were made of high quality merina black wool and were probably home-dyed. Petticoats were made of linen taffeta. Nowadays the outfit is quite different as it is made with industrial fabrics and dyes. Nevertheless, it still resembles the Vejer woman’s identity throughout the centuries, evoking ancient times that still remain in the local collective memory. A simple walk around the narrow, winding streets will confirm to what ex- tent it is still an essential part of Vejer’s identity. We come across a monument to the Cobijada, a roun- dabout honouring the local woman, Cobijada-shaped ice-cream, Cobijada street exhibitions with a mo- dern-style touch or shop windows decorated with a Cobijada inspiration. All of this shows to what extent a centenary tradition can end up being the cultural symbol of an entire city. 60 OTWO 06 / JANUARY 2020 OTWO 06 / JANUARY 2020 presentes, tanto a la Cobijada Mayor Juvenil como a la Cobijada Mayor Infantil, junto a sus respectivos cortejos de cobijadas de honor, quienes representa- rán durante el siguiente año a la mujer vejeriega en todos aquellos actos protocolarios organizados des- de el propio ayuntamiento. Por último, en todo este largo periodo de tiem- po transcurrido desde sus orígenes hasta nuestros días, el arquetipo del traje apenas ha sufrido cam- bios en su forma, aunque posiblemente sí en su composición. Los tradicionales cobijados estaban elaborados de lana merina negra de gran calidad y teñidos posiblemente en la propia casa, mientras que las enaguas solían ser de tafetán de lino. Hoy día la composición ha variado sensiblemente y se usan otro tipo de tejidos y tintes industriales, no obstante, el traje en su conjunto sobre el cuerpo de la mujer vejeriega sigue en la actualidad evo- cando tiempos pasados que aún perduran en la memoria colectiva de sus vecinos como seña de identidad local y de referencia de la tradición. En este sentido, basta un simple paseo por las sinuo- sas calles de su pueblo para comprobar el eleva- do grado de arraigo, pudiéndose observar desde un monumento dedicado a la cobijada hasta una rotonda que rinde homenaje a la mujer tapada, pasando por helados artesanales que reproducen la forma de la cobijada, exposiciones callejeras de cobijadas decoradas al más puro estilo van- guardista o establecimientos que usan la silueta del cobijado como inspiración para sus imágenes comerciales. Sin duda, una muestra evidente que pone de manifiesto como una tradición centenaria puede llegar a convertirse en el emblema cultural de toda una ciudad. 61