OTWO Magazine February 2022 | Page 84

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on the squares were brimming with enthusiastic patrons. We followed the parking signage through colourful cliff-top houses, descending to sea level around the central Plaza de la Marina. Disappointin- gly our search for a parking space was unsuccessful, everything was full. Reluctantly we left Cudillero with its postcard-worthy looks. Finally, we managed to park the car ninety kilome- tres away in another of those sleepy fishing towns on the coast—Lastres (Llastres in Asturian), awar- ded the Principe de Asturias prize for being the most exemplary Asturian municipality in 2010. Parking in Lastres was relatively easy, the signage took us into a make-shift carpark in an open field. Finding a ta- ble in the town was a different matter. Just like in Cudillero, everything was full. Not finding a restau- rant quickly made only for half break, it allowed us to walk all around the charming little houses, from whose whitewashed facades hung an assortment of nets, ropes, and cordages. We strolled through stairways and sheltered passages that led to plazas full of sardine-can tapas bars heaving with people. Lastres was enchanting by all standards, walking around was a delight but it was now well past our lunch hour. We had entered a variety of inviting bars and restaurants looking for a table, but everything was full. Finally on the side of a steep hill on the way back to the carpark we found a table and had a good albeit late lunch. After a nice seafood lunch at Lastres, we resumed our journey heading east to Ribadesella. The road runs past Gijon, an important coastal city of northern Spain. Forty-five minutes away from Gijon was Ri- badesella our destination, which we entered after four in the afternoon. It had been a long and at times somewhat tricky four-hundred-kilometre drive. Why Ribadesella? We chose Ribadesella for se- veral reasons. Primarily because its location, over- looking the Bay of Biscay, offers a variety of natural sites. An example is the Sella River, that cuts throu- gh the municipality to meet the ocean, creating ran- dom lagoons with little order, which come and go directed by the tides and the wind. Palaeontology (the study of ancient life) was another feature that Ribadesella has to offer that influenced our choice. Within the outcrops from the Secondary Era, between the municipalities of Villa- 82 OTWO 31 / FEBRUARY 2022 OTWO 31 / FEBRUARY 2022 queda de un lugar adecuado para aparcar el coche, entramos en este tranquilo oasis costero y pronto descubrimos que era de todo menos tranquilo. Es- taba lleno de gente, las terrazas de los cafés, los bares y los restaurantes de las plazas rebosaban de clientes entusiastas. Seguimos la señalización del aparcamiento a través de las coloridas casas de los acantilados, descendiendo al nivel del mar alrededor de la céntrica Plaza de la Marina. Lamentablemente, nuestra búsqueda de una plaza de aparcamiento fue infructuosa, todo estaba lleno. De mala gana deja- mos Cudillero con su aspecto de postal. Finalmente, conseguimos aparcar el coche a no- venta kilómetros, en otro de esos pueblos pesqueros adormecidos de la costa: Lastres (Llastres en asturia- no), galardonado con el premio Príncipe de Asturias por ser el municipio asturiano más ejemplar en 2010. Aparcar en Lastres fue relativamente fácil, la seña- lización nos llevó a un aparcamiento improvisado en un descampado. Encontrar una mesa en el pueblo fue otra cosa. Al igual que en Cudillero, todo estaba lleno. El hecho de no encontrar un restaurante rápidamen- te nos permitió pasear por las encantadoras casitas, de cuyas fachadas encaladas colgaba un surtido de redes, cuerdas y cordajes. Paseamos por escaleras y pasadizos resguardados que conducían a plazas lle- nas de bares de tapas de lata de sardinas repletos de gente. Lastres era encantador a todas luces, pasear por él era una delicia, pero ya había pasado nuestra hora de comer. Entramos en varios bares y restauran- tes acogedores en busca de una mesa, pero todo es- taba lleno. Finalmente, en la ladera de una empinada colina, de vuelta al aparcamiento, encontramos una mesa y comimos bien, aunque tarde. Después de un buen almuerzo de marisco en Las- tres, reanudamos nuestro viaje en dirección este hacia Ribadesella. La carretera pasa por Gijón, una importante ciudad costera del norte de España. A cuarenta y cinco minutos de Gijón estaba Ribade- sella, nuestro destino, al que entramos pasadas las cuatro de la tarde. Había sido un viaje largo y a veces algo complicado de cuatrocientos kilómetros. ¿Por qué Ribadesella? Elegimos Ribadesella por varias razones. Principalmente porque su ubicación, con vistas al mar Cantábrico, ofrece una gran varie- dad de parajes naturales. Un ejemplo es el río Sella que atraviesa el municipio para encontrarse con el 83