OTWO Magazine August 2020 | Page 38

The Bahía de Cádiz Natural Park is not your usual protected area. It is intertwined with one of the principal urban cluster in Andalusia. Placed third in the region for the number of its inhabitants after Seville and Malaga. It constitutes 35% of the population of the province of Cádiz, concentrated in densely populated urban centres, with an average of 6,000 inhabitants per km 2 and reaching 24,000 inhabitants per km 2 in some areas —similar to that of Hong Kong. In short, ten thousand hectares of muddy plains, salt marshes and salt flats surrounded by an urban space permanently inhabited by more than 425,000 Homo Sapiens, to which we must also add several thousand more that arrive daily from the surrounding regions for work or leisure, plus a growing transient population of tourists, that are becoming less seasonal in their visits. A protected space like this, in which human beings are such an abundant species, is not an ordinary occurrence, and invites us to rethink the concept of natural parks, or at the very least, to reconsider the typically applied planning and management models that have been developed and imported from rural areas. This coexistence between natural and urban space is not a modern phenomenon or solely characteristic of urbanisation processes of the 20th century. It has been a distinguishing character trait of the Bay of Cádiz for three millennia, the foundation of Gadir (Cadiz’s original name) by Phoenician colonisers is considered the introduction of the Western City model. However, despite the presence of humans and urbanisation for a millennia and the subsequent intense management of the territory, the Bay of Cádiz still conserves the largest extension of salt marsh in Spain and constitutes one of the most important coastal wetlands on the Iberian Peninsula. Each year, more than a million aquatic birds comprised of 165 different species migrate through the area, another 120 thousand of 70 species stay for the winter and some 6,500 pairs of 20 different species of birds use the area to procreate. Beating us humans in both their numbers and diversity. About twenty species of threatened flora and many species of endangered fauna inhabit a natural park that has no less than 12 industrial estates as its neighbours – surrounding it from all sides. Undoubtedly, it is a space of contrasts, evident above all in its unique landscape: a vast, extremely El Parque Natural Bahía de Cádiz no es un espacio protegido habitual. Se encuentra entrelazado con una de las principales aglomeraciones urbanas de Andalucía. La tercera en número de habitantes tras Sevilla y Málaga. Supone el 35% de la población de la provincia de Cádiz, concentrada en núcleos urbanos densamente poblados, con una media de 6.000 hab/km2 y llegando a alcanzar en alguna zona 24.000 hab/km2 —similar a Hong Kong—. En definitiva, diez mil hectáreas de planicies fangosas, marismas y salinas rodeadas por un espacio urbano habitado por más de 425.000 ejemplares de Homo sapiens sapiens de forma permanente, a los que hay que sumar varios miles más atraídos diariamente desde las comarcas del entorno por trabajo u ocio, más una población flotante turística creciente y cada vez menos estacional. Un espacio protegido como este, en el que el ser humano es una especie tan abundante, no es frecuente y parece invitarnos a repensar el propio concepto de parque natural o, al menos, los modelos de planificación y gestión aplicados convencionalmente, desarrollados e importados desde ámbitos fundamentalmente rurales. Esta coexistencia entre espacio natural y urbano no es un fenómeno moderno propio de los procesos urbanizadores generalizados en el siglo XX. Ha sido un carácter diferenciador de la Bahía de Cádiz desde que, hace tres milenios, la fundación de Gadir por los colonizadores fenicios supusiera la introducción del concepto de ciudad en Occidente. Sin embargo, a pesar de esta milenaria presencia humana y urbana y del intenso manejo del territorio que ha significado, la Bahía de Cádiz conserva la mayor extensión de marisma salada de España y constituye uno de los humedales costeros más importantes de la Península Ibérica. Por él, cada año, pasan en migración más de un millón de aves acuáticas de 165 especies, invernan otras 120 mil de 70 especies y unas 6.500 parejas de 20 especies de aves lo utilizan para procrear. Aún nos ganan en número y diversidad. Una veintena de especies de flora amenazada y otras tantas de fauna amenazada habitan un parque natural que tiene por vecinos —pared con pared— a nada menos que 12 polígonos industriales. Un espacio de contrastes, sin duda, que se evidencian sobre todo en su singular paisaje: una vasta extensión de extrema horizontalidad y obstinada ho- 36 OTWO 13 / AUGUST 2020