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EL BLISFENOL A,
MÁS CERCA DE
SU PROHIBICIÓN
Después de que desde muchas instancias se haya alertado de los
peligros del bisfenol A para la salud humana y del planeta, la Unión
Europea ha reconocido por fin que se trata de un disruptor endocrino
y lo ha incluido en su lista de sustancias altamente preocupantes para
la salud (SVHC).
Se trata, sin duda, de un pequeño gran paso que, aunque llega algo
tarde, abre la puerta a que se tomen medidas para regular más
ampliamente su uso y reducir nuestra exposición a esta sustancia,
muy utilizada por la industria en los envases alimentarios.
El reconocimiento oficial como sustancia altamente preocupante para
la salud del bisfenol A viene de la Agencia Europea de Sustancias y
Mezclas Químicas (ECHA por sus siglas en inglés), que ha tomado
la decisión por unanimidad tras analizar y debatir la propuesta y los
informes presentados por Francia solicitando que esta sustancia fuera
reconocida como disruptor endocrino.
Un paso hacia la prohibición total del bisfenol
La decisión de la ECHA es seguramente un primer paso hacia la pro-
hibición total del bisfenol A en los envases alimentarios. Es el paso
lógico después de que en 2011 ya se reconocieran sus efectos sobre el
sistema endocrino en desarrollo y se prohibiera su uso en biberones.
Actualmente el bisfenol A se encuentra en numerosos productos de
uso diario, especialmente en envases y recubrimientos alimentarios
de plástico.
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LA CARNE ROJA,
POTENCIALMENTE
CANCERÍGENA
Casi se podría decir que el bisfenol A lo comemos y lo bebemos
a diario. Se utiliza en el recubrimiento interior de las latas de con-
serva, en los bidones de agua de plástico duro (policarbonato)
como los que se utilizan en las fuentes de agua para oficinas, en los
tápers del mismo material, en las botellas de plástico retornables
o rellenables, y en los cubiertos de un solo uso. También se ha
detectado bisfenol A en las bolsas de palomitas para microondas.
Esta sustancia está, en definitiva, en todas partes. Desde que en 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS)
alertase al mundo sobre los riesgos de consumir frecuentemen-
te embutidos y fiambres, debido a su supuesta relación con
el desarrollo de diversos tipos de cáncer, toda nuestra dieta
parece estar bajo sospecha. El último bombazo sobre la dieta
mediterránea lo ha soltado durante una conferencia en Madrid
el médico alemán y Premio Nobel de Medicina de 2008, Harald
zur Hausen.
Pero el bisfenol no se encuentra solo en los envases y plásticos. De
hecho, para la mayoría de la población la principal fuente de expo-
sición a este tóxico son los tickets de caja de supermercados, cines,
aparcamientos y todo tipo de establecimientos, pues se utiliza en la
fabricación del papel de impresión térmica. Al parecer, tanto la carne roja como la leche parecen estar por
detrás de lo cánceres de colon, mama, pulmón y próstata. “El
consumo de carne vacuna es un factor de riesgo elevado para
el cáncer del colon”, ha explicado el alemán poniendo como
ejemplo las elevadas estadísticas de este tipo d e cáncer en
Japón y Corea del Sur (donde el consumo de esta carne es alto)
frente a los bajos niveles de países como la India donde no se
consume.
Al tocar este tipo de papel, el disruptor endocrino se adhiere a la
piel, la traspasa y llega a la sangre, según Frederick vom Saal, biólo-
go de la Universidad de Missouri. Las mujeres y los niños son más
vulnerables a esta forma de exposición porque tienen la piel más
fina.
Para evitar el contacto con el bisfenol, se puede rechazar el ticket
si no es absolutamente necesario o hacerle una foto. Ahora bien,
librarse no es tan “fácil” y aquí es donde urgen medidas a mayor
escala y tener una mirada amplia. También se ha detectado bisfenol
A, por ejemplo, en envases de papel reciclado como las cajas de
pizza, seguramente por la presencia de papel de impresión térmica
entre los papeles utilizados para el reciclado.
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Esto se debe, según zur Hausen, a que “cerca del 21% de
casos de cáncer puede relacionarse con infecciones”. Es
decir, que aquellos pacientes que hayan desarrollado infec-
ciones víricas, y/o bacterianas (él incide especialmente en el
virus del papiloma humano) serán mucho más propensos a
sufrir cáncer. Es en este contexto en el que la carne roja y la
leche, a la que relacione con la aparición de células malignas
o de enfermedades degenerativas, aparecen como agentes
virales en potencia. Es por ello que, para él, el periodo de
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lactancia de los bebés es de vital importancia.
“Sospechamos que nuestro ganado es un factor de riesgo para
los humanos. Los datos epidemiológicos sugieren la importan-
cia de seguir investigando tanto en las infecciones como en la
alimentación, que pueden estar relacionadas con otros cánceres
o patologías que aún desconocemos”, ha resumido el Nobel,
que ha insistido en la vacunación como método más rápido para
controlar estos riesgos así como el abandono de hábitos dañinos
(alcohol y tabaco) y la eliminación y control de infecciones como
la hepatitis B y VIH.
¿Hay que dejar de comer carne?
Según el estudio, por cada porción de 50 gramos de carne pro-
cesada que se consuma a diario, el riesgo de cáncer colorrectal
aumenta en un 18%. Esto implica que “el riesgo de desarrollar
cáncer colorectal a causa de su consumo de carne todavía es
pequeño, pero este riesgo aumenta según la cantidad de carne
consumida“. No hay que dejar de comer carne ya que contiene
nutrientes esenciales, pero no debemos abusar de su consumo.
¿La carne procesada es tan perjudicial como el tabaco?
No. Que la carne procesada y el tabaco estén en el mismo grupo
no quiere decir que uno y otro sean igual de malos, ya que el
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