En la fase inicial de la osteointegración de estos injertos se produce una remodelación con una pérdida de cantidad ósea. La cantidad y velocidad con la que se llega a la reabsorción dependen de varios factores, tales como el tamaño del injerto, el tipo de hueso injertado, la zona receptora y la fijación del injerto al hueso circundante.
Estos injertos se pueden clasificar según diferentes criterios, así los podemos dividir…
Por la localización de la zona que dona
Intraoral: sínfisis (mentón) y rama ascendente mandibulares, pudiendo sacar también hueso de la tuberosidad maxilar, la apófisis coronoides, el arbotante máxilo-malar o los torus.
Extraoral: calota craneal (hueso parietal), la metáfisis tibial o la cresta iliaca, siendo esta última la más frecuentemente utilizada.
Una vez tomada la decisión de reponer estructura osea para colocar fijaciones, hay que decidir qué zona donante se utilizará cual será la que aporte mejores resultados y lo haga de manera más eficaz sin complicaciones. Esta puede ser intra o extraoral, y el tomar los injertos de una u otra depende de:
– La habilidad y/o la experiencia del cirujano en cuestión
– La cantidad de estructura de hueso que se va a necesitar
– La calidad de hueso necesario (cortical vs. esponjoso, encondral vs. intramembranoso)
– Etc....
– Circunstancias específicas del paciente.
En cualquiera de los casos el cirujano explicará todas las opciones al paciente y valorará la calidad ósea.