L
"Él ha derribado a los poderosos de sus tronos
y exaltado a los de humilde heredad" (Lucas 1:52).
a venida de Cristo provoca un
gran cambio de fortuna en la
sociedad. Los soberbios son
llevados abajo y los humildes son levantados.
Lo que los hombres llaman suerte,
María llama la obra de Dios. ¿Existe
la buena suerte y la mala suerte? ¿Alguna vez has pensado que obtuviste
algo por tu buena suerte? Los que
nacieron en una familia rica ¿tuvieron suerte?
Cuando alguien lo pierde todo, hablamos de mala suerte. Cuando alguien gana la lotería, decimos que
tuvo buena suerte. María no pensaba así. Ella entiende que detrás del
misterio sin rostro llamado suerte
está Dios mismo. Él levanta, y nadie
puede derribar. Él derriba, y nadie
puede levantar de nuevo. Como dice
Juan Calvino: los príncipes del
mundo no entienden esto. Se vuelven insolentes, gordos, perezosos y
codiciosos. Se complacen en el lujo,
se hinchan de orgullo y se embriagan
de poder. Olvidan que todo lo que
tienen proviene de Dios. Elevando a
los humildes al poder, Dios triunfa
sobre el mundo.
Cuando Dios quiso enviar a su Hijo al
mundo, escogió a la chica más improbable que pudiera encontrar para ser
14
la madre. Escogió una provincia olvidada en el Imperio Romano. Él arregló que su Hijo se convirtiera en
parte de la odiada raza judía. Entonces él encontró la ciudad natal más
improbable y arregló para que su hijo
naciera en un establo y tomara su
primera siesta en un comedero de
animales.
Jesús nació de esa manera para mostrarnos cómo Dios hace negocios. No
hace negocios con los orgullosos. No
corre con los gobernantes del
mundo. Él no está al lado de los ricos.
Dios está en casa con los humildes,
los cansados, los débiles y los humildes de este mundo. Hace negocios
con los que temen su nombre.
A veces decimos: "Dios ayuda a los
que se ayudan a sí mismos" o “ayúdate que te ayudaré”, pero eso no se
encuentra en la Biblia. Sería más
exacto decir que Dios ayuda a aquellos que no pueden ayudarse a sí mismos, y no tienen vergüenza de admitirlo. La Navidad nos muestra que
cuando Dios quiere salvar el mundo,
comienza en un pesebre.
Oh Dios, que veamos el lugar donde
María puso a su hijo, para que sepamos que escoges las cosas débiles
del mundo para confundir a los poderosos. Amén.
Comunión de Gracia Internacional | comuniondegracia.org