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un tes tigo más a nuestra libertad de expresión tenemos el derecho legítimo de protestar por la causa de la justicia. En la coyuntura política que vive el país, a partir de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa Guerrero. Como en ningún otro momento nadamos en medio de la confusión total; comprender un contexto tan enrarecido merece ser reflexionado con mayor seriedad de lo que se está haciendo. Eso incluye a nuestras acciones. Es natural sentir ira y dejarse llevar por el primer impulso que nace desde la profundidad de nuestro ser. ¿Pero es realmente la profundidad de nuestro ser la que nos mueve en pro de manifestarse por una causa justa? Con esto no intento deslegitimizar toda la protesta y mucho menos las causas por las cuales luchan. El problema radica en entender si las aguas se mueven por su propia naturaleza o si son fuerzas externas las que agitan y enturbian las mareas. Se nos ha hablado mucho de la culpa del estado por su muy acentuada miopía y astigmatismo, precisamente todo el peso de la indignación recae en peña nieto. La presión internacional nos ha bendecido por fin con su presencia y cada vez parecen más comprometidos con los mexicanos. Todos estos son buenos síntomas, pareciera que se avecinan nuevos cambios. Pero sucede que en medio de toda esta vorágine no está de más mantener la cabeza fría, los píes en la tierra y con los ojos abiertos. Aun después de todo el tiempo que llevan los 42 (Q.E.P.D. Alexander Mora Venancio) desaparecidos, falta por esclarecer que fue lo que realmente sucedió. Lo que sabemos es que este hecho fue perpetuado por militares, agentes de la policía de Guerrero en complicidad con el cártel de los “guerreros unidos” todos ellos comandados por los autores intelectuales el alcalde de Iguala José Luís Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa. El enérgico reclamo que se le hace al estado para que investigue, responsabilice y castigue a todos los que incurrieron en esta masacre es la acción que nos ha hecho falta realizar como sociedad desde tiempos inmemoriales. El apoyo que le ha brindado la gente a los padres de Ayotzinapa a través de las marchas es sin duda la más grande muestra de nobleza; la de preocuparse por el prójimo. Pero a mi parecer en estos momentos el apoyo que se les está brindando a las familias de Ayotzinapa se ha revuelto con otros intereses de 26 diversos grupos políticos que están buscando salir beneficiados de esta coyuntura de dolor que se vive en México. Recordemos que aquel que ansía el poder usará todos los medios disponibles para llegar a su fin, y si para llegar a ese fin le es necesario usar como carnada la indignación, lo hará sin ningún remordimiento. Seamos algo más perspicaces y entendamos que en México no es solo al gobierno le interesa mantener el poder sino que existen diferentes grupos radicales ya sea que se denominen de ultra izquierda o de ultra derecha que mueven los hilos tras las bambalinas generando estados de confusión y paranoia colectiva. Inclusive diferentes facciones ideológicas que conviven en un Z\