EDITORIAL
«Durante un segundo de lucidez tuve la certeza de que nos habíamos vuelto locos. Pero a ese segundo
de lucidez se antepuso un supersegundo de superlucidez (si me permiten la expresión) en donde pensé
que aquella escena era el resultado lógico de nuestras vidas absurdas».
Roberto Bolaño
Presentamos Obituario, un esfuerzo colectivo por mostrar que en medio del caos y las ciudades
monstruosas se encuentran también maneras muy particulares de entender y trastocar la realidad
a través de la poesía, la narrativa, la ilustración y la fotografía entre otros medios artísticos de
expresión.
Se trata, del primer número de un espacio de experimentación catártica en el que logramos incluir tanto a autores noveles como a otros con mayor trayectoria, con textos donde los estados
anímicos (naturales o inducidos) pueden leerse como una defensa contra las contradicciones
ilusorias de una futilidad que nos mueve y nos conmueve. Que nos hace revelarnos y dejar en
el proceso una estampa de la búsqueda emprendida.
Textos que tienen en su mayoría el sabor de la sangre y la saliva mezclados después de un golpe
en la mandíbula que no sirve sino para ponernos en un estado de defensa felina. Textos que
hablan del amor, de los viajes hacia ningún lugar, de los encuentros, de las habitaciones vacías
y los cementerios llenos. Textos que suenan como epitafios para los momentos que dejan de ser
un instante después.
Obituario es una apuesta por la reinterpretación de lo común, un esfuerzo por encontrar esos
resquicios de cotidianidad que pese a ser vistos por miradas distintas encuentran un punto
común en el que confluyen en ciertos momentos la soledad y la tristeza, en otros la ironía y los
más en la esperanza disfrazada de aullido. Una batalla entre el presente, el pasado y el futuro
cuyo rasgo principal es la incertidumbre.
En éste primer número también, incluimos fotografías de Noel Higareda e ilustraciones de
Eduardo Orozco, ambos con piezas de un estilo intimista que dan muestra de un tipo de interpretación gráfica que busca entender al cuerpo como última frontera de inspiración artística,
proyectando a través de la imagen, la belleza que queda inasible en las palabras dilucidando los
distintos matices de la emoción volcada al papel.
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