Número 12 - Año 2 - octubre 2013 Número 12 - Año 2 - octubre 2013 | Page 47

991 Creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos un elemento esencial de la fe cristiana. <> <<¿Cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también nuestra fe […] ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron>> (1 Co 15, 12-14. 20) La Resurrección de Cristo y la nuestra 992 La resurrección de los muertos fue revelada progresivamente por Dios a su Pueblo. La esperanza de la resurrección corporal de los muertos se impuso como una consecuencia intrínseca de la fe en un Dios creador del hombre todo entero, alma y cuerpo. El creador del cielo y de la tierra es también Aquel que mantiene fielmente su Alianza con Abraham y su descendencia. En esta doble perspectiva comienza a expresarse la fe en la resurrección. En sus pruebas, los mártires Macabeos confiesan: <> (2M 7, 9). <> (2M 7, 14) 994 Pero hay más: Jesús liga la fe en la resurrección a la fe en su propia persona: <> (Jn 11, 25). Es el mismo Jesús que resucitará en el último día a quienes hayan creído en El y hayan comido su cuerpo y bebido su sangre. En su vida pública ofrece ya un signo y una prenda de la resurrección devolviendo la vida a algunos muertos, anunciando así su propia Resurrección que, no obstante, será de otro orden. De este acontecimiento único, Él habla como del <> del signo del Templo: anuncia su Resurrección al tercer día después de su muerte.