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“Horizonte de Letras” Nº 45
*Especial 10º Aniversario*
estuve contando lo que es para mí la
literatura. Hablamos del carpe diem
latino, del amor, el desamor y del paso
del tiempo, una constante en mi obra.
Fue curioso saber que habíamos
estudiado muy cerca. Ambos nos
criamos en el centro de Madrid y
vivíamos en la parte alta de Lavapiés
en nuestros años de estudiantes, ella en
la calle de la Cabeza y yo en la plaza de
Tirso de Molina. Su colegio de monjas
de la Asunción estaba muy cerca del
mío, San Estanislao de Kostka.
En la calle Santa Isabel existe el
convento, la iglesia y el colegio de
monjas de Santa Isabel que he visitado
muy a menudo en mis años de
bachillerato.
Yo estudiaba en el SEK, en la calle
San Ildefonso y además de las
compañeras
de
nuestro
centro,
ligábamos con las cucarachas de la
Asunción.
Los chicos del Kostka las
llamábamos
así
porque
iban
uniformadas de azul oscuro. Nuestras
chicas llevaban falda tableada, camisa
blanca y jersey azul de pico; nosotros
pantalón gris, camisa blanca, jersey o
chaqueta azul y corbata.
En la entrega de notas, al finalizar
el curso y en Navidad, cuando no
estábamos liados con alguna de
nuestras compañeras, acudíamos a las
calles adyacentes del colegio religioso
de Santa Isabel como depredadores en
busca de presa fácil.
El cebo era invitarlas a una litrona
de cerveza. La cerveza y otros licores
corrían por doquier y ya fuera para
celebrar el aprobado o para olvidar los
suspensos,
bebían
en
exceso,
aprovechando nosotros el momento de
euforia o de bajón de las féminas para
besarlas, magrearlas y meterlas mano
Octubre-Diciembre 2019
bajo las faldas, ocultos entre dos coches
o en portales oscuros.
Volviendo al día de nuestra primera
cita, Ángela, que así se llama este
mágico
descubrimiento
estuvo
receptiva y amable desde el primer
momento. Es una chica en la que el
cariño a los demás aflora por todos los
poros de su piel. Es un encanto de
“niña”.
Era la primera vez que realmente
estábamos
tiempo
juntos
compartiendo nuestras experiencias,
hablando del pasado y del presente,
riéndonos, mirándonos a los ojos y
todo fluía como el agua que sigue el
curso del río sin desbordarse, como si
nos conociéramos de toda la vida y
hubiera un cariño especial entre
nosotros. La cogí por las manos y se las
acaricié
tiernamente
mientras
hablábamos. Tiene unas manos bien
cuidadas, sus dedos son finos y largos
de uñas pintadas.
Al volver a casa, en el aparcamiento,
desatamos toda nuestra
pasión
desenfrenada. Las bocas besaban, las
manos acariciaban como si se nos fuera
la vida en ello, saboreando el
momento. Rememoro su larga melena
que colocó sobre mí abrazando,
arropando mi cabeza, envolviéndome,
mientras su boca jugosa me inundaba
de besos, el tacto de sus voluminosos
pechos de carnosos pezones oscuros, el
calor y la humedad de su entrepierna,
su forma tan maravillosa de concebir el
sexo.
Fue una tarde especial, cargada de
amor, ternura y pasión lujuriosa. Fue
mágico. Ella lo es.
Hemos vuelto un par de veces más
a ese pub del que no sabemos el
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ISSN: 1989-6956
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