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“Horizonte de Letras” Nº 45
*Especial 10º Aniversario*
Octubre-Diciembre 2019
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NUESTRO REFUGIO
La vi por primera vez una tarde en la
que un periódico de Getafe me
entrevistaba y hacía unas fotos, en un
centro comercial, por la aparición de
mi libro El mar no cesa. Obra que había
presentado días atrás en la Feria del
Libro de Madrid, en el parque del
Retiro.
Llamó mi atención nada más verla.
Es una mujer muy atractiva de
buena estatura y tiene un tipazo. Viste
muy elegante, tiene unos ojos verdes
verdaderamente
hermosos
de
insinuante mirada y un pelo muy largo
y abundante, lo lleve suelto o recogido
en una coleta que parece interminable.
Llevaba puestos unos vaqueros que
le estilizaban –más si cabe– su estrecha
cintura y su trasero elevado y
apetecible. Iba escotada y resaltaban
por la blusa sus voluminosos pechos.
Me recordó a las chicas pin up, con ese
estilo sexy, sugerente y provocador.
Iba con una niña de la mano,
imaginé
que
era
su
hija,
intercambiamos unas palabras y se fue.
Tras hablar con ella, además de su
físico imponente, pude apreciar que es
una mujer no solo guapa, atractiva y
elegante sino también una persona
culta.
Al cabo de unos días me la volví a
encontrar. Está vez llevaba un vestido
y unos taconazos, nos saludamos y
estuvimos hablando brevemente. La di
una tarjeta con mi número de móvil y
le pedí su número de teléfono para
vernos en otra ocasión. Educada y
correcta me lo negó. Según nos
despedíamos admiré sus piernas bien
contorneadas.
Al cabo de unos meses, volvimos a
coincidir en la calle. Estuvimos
hablando de literatura y de la vida
entre otras cosas. Quería uno de mis
libros, le interesaba leerme y después
de conversar un rato, quedamos en
vernos y tomar un café. Esta vez sí me
dio el número de su móvil.
La estuve llamando en varias
ocasiones y no pudimos quedar hasta
pasados unos meses. Entre sus trabajos
–es profesora de baile y enfermera–, su
casa, su hija Paola y sus trámites de
separación no fue fácil encontrar un
hueco para vernos. Telefónicamente
había complicidad entre nosotros
desde el primer momento. Se sentía a
gusto con mi forma cariñosa de tratarla
y a mí me ocurría lo mismo. Se veía
que tenía ganas de verme y yo estaba
loco por quedar.
Llegó el día de nuestra primera cita
y fue genial. Todo fue rodado.
Pedimos una copa en la terraza de un
bar cerca de su casa y posteriormente
buscamos un pub para tomar algo más
tranquilos. Hojeamos mi libro y le
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ISSN: 1989-6956
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