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“Horizonte de Letras” Nº 45 *Especial 10º Aniversario* Octubre-Diciembre 2019 Insisto en que, además de entrañables amigos con los que cultivaba este pensamiento, contaba con mi hermano menor. Casi de la misma edad; nos criamos juntos en colegios, institutos, novias, borracheras... Éramos tal para cual y nos entendíamos a la perfección. No había duda que, en esta preparadísima historia, estábamos de acuerdo hasta el último detalle. Así se pactó, pero así, también, se perdió en el aire. Mas aún me quedaba otra baza; otro al que confié la idea que perseguía y que también se anexionó a ella, sin, por supuesto, tener ninguna intención de que fuera él quien me informara del evento que perseguía, pero las circunstancias de este retorcido mundo le colocaron en primera fila para solventar y aclarar, de una vez por todas, la historia que buscaba. Este no fue otro que mi hijo. Mayor, más allá de los cuarenta, con vivencia social aprovechada y con superables conocimientos técnicos para entender, e ilusionarse, de qué iba el asunto y estando dispuesto a enlazar la historia a poco que tuviera oportunidad. Soy paciente, siempre lo he sido, pero hay que reconocer que se llega a un punto que ni el mismísimo Job dejaría de respirar sosegado y llegar a bufar el aire de sus pulmones, mientras blasfemaría algo así como ¡Hasta aquí hemos llegado! Y creo que, en estos momentos, me encuentro en la misma situación, hasta aquí he llegado, ya no aguanto más, estoy más cabreado que una mona cabreada, pues añado a estos seres queridos los que, ya de paso, he señalado como una panda acojonante de amigos que también tomaron, en forma interesante y crucial, este tratamiento para descubrir la realidad de lo que nos espera al otro lado... pero también se fueron y ninguno, tampoco (“arrieritos somos”) se ha comunicado conmigo. Pero, ¿dónde estáis desgraciados? ¿Tan cojonudamente vivís en el lugar al que habéis llegado que ya os importa muy poco (nada) lo que dejasteis aquí? A parte de poneros a parir, porque os lo merecéis, sigo haciéndome muchas preguntas, a las que añado la de vuestro silencio, pues esto es lo último que esperaba de personas a las que he querido tanto (y que no dudo que me correspondían), y que ahora no signifique nada para ellos, y eso es lo que me retuerce el estómago porque no entiendo explicación razonable. Siempre se ha dicho que la vida no se acaba, se transforma... ¿en qué?... ¿sois gota de agua o microorganismos?, ¿es que habéis vuelto a ser parte del Universo?, tan lejos o pequeños os transformáis que no podéis comunicaros con los que quedamos aquí... ¿Es que no tenéis recuerdos… ni remordimientos? También, siguiendo la pregunta, añadiría, y entre sí, vosotros, allí, ¿os seguís apreciando, conociendo, tratando...? Esto son preguntas (como todas las demás) retóricas, pues tengo la intuición de que no voy a recibir ninguna respuesta, pero yo, por preguntar o especular, que no quede. Y tú, mamá, tanto que querías a tu Rafita, aunque te fuiste olvidada de este mundo, ¿no te han curado allí para así recordar a todos tus hijos, con los que espero te hayas encontrado, y mandarme un beso que me haga ver que sigues viva? Si no, ¿qué es realmente el amor, el cariño, el sacrificio por el prójimo? _______________________- _____________________________________________________________________________________________________ ©: “Alfareros del Lenguaje”. Asociación Nacional de Escritores de Alcorcón. Todos los derechos reservados. ISSN: 1989-6956 “Alfareros del Lenguaje” no se responsabiliza de las opiniones vertidas por los autores participantes en este número; quienes además, serán responsables de la autenticidad de sus obras. 12