nº 1 -Boletín Oficial FEDDF 16 - BOLETÍN FEDDF Octubre 2019 | Page 46
Le pareció que Anita, la fisioterapeuta, le ti-
raba los tejos. Seguía siendo un tipo guapo.
Él le sonrió. Una novia era lo que menos ne-
cesitaba ahora. Como siempre se equivocó
y pecó de rubor al sentir que, los sentimien-
tos de ella hacia él no eran tales y como los
había imaginado. La realidad se impuso a
la ilusión: la muchacha se besaba a la sali-
da del trabajo con un hombre. Había estado
soñando de nuevo.
en sus carnes el calor de la solidaridad.
No podía dejar de pensar en qué se había
equivocado al tomar aquel desvío en la ca-
rretera.
Los días pasaban monótonos y lentos para
Manuel. Vinieron a visitarlo sus padres, y su
hermano prometió que estaría con él cele-
brando su próximo cumpleaños. Pero co-
menzaba a pensar que la vida no tenía valor
y que vivir de esa manera se asemejaba a la
de un recién nacido. ¿Acaso no había empe-
zado a vivir de cero? Un día, un monitor de La Federación Espa-
ñola de Deportes para Personas con Disca-
pacidad Física le comentó algo que le inte-
resó. Después de todo, Manuel había sido
uno de los impulsores para ayudar a las
personas con discapacidad a vivir una vida
mejor y, por una jugarreta del destino, aho-
ra, era él quien ya nunca podría escalar con
sus pies y sus manos las cumbres que tan-
to añoraba. La moto, una lluvia repentina,
el suelo resbaladizo y un coche en sentido
contrario a la circulación, habían segado de
un golpe de guadaña todos sus proyectos
e ilusiones.
Entrenaba duramente en el pequeño gim-
nasio. Se ilusionó de nuevo con volver a
empezar. El mundo le pareció muy peque-
ño, a él, el hombre que un día había colma-
do el ansia de subir cuatro ochomiles: Nan-
ga Parbat, K2, Lhotse, y, la última de ellas,
el Everest. El entrenador le propuso formar parte del
nuevo equipo de Bádminton, y no se lo
pensó dos veces. Necesitaba salir de sí mis-
mo. Conocer a nuevos compañeros, resis-
tir cada embate de la vida. Luchar, simple-
mente haría lo que tenía que hacer: volver
a vivir de nuevo.
Se limpió los ojos y sollozó en silencio. La
mirada mantenida de uno de sus compañe-
ros de fatigas le alivió y su abrazo le pareció
eterno, como las montañas. Volvió a sentir Nicanor volvió a llamarle aquella misma no-
che. Habían conseguido llegar a la cima, sin
viento ni nevisca. Manuel imaginó el paisaje
a sus pies.
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