NOVIEMBRE | Page 30

Autogestion cultural:

Comunes denominadores son el trabajo en equipo (sea formando un colectivo o delegando tareas), la amistad y la confianza mutua, la idea del encuentro como fiesta, también el permanente desafío de la supervivencia o el cómo conseguir vivir de lo que a uno le gusta hacer. Ernesto Parrilla nos cuenta cómo se realizó el Villa Viñetas II, su repercusión y sus expectativas a futuro. Así es como los protagonistas de este número oscilan entre la épica personal y la colectiva.

¿Cuál es la situación que están atravesando los espacios culturales de nuestra zona comprendida por el cordón industrial?

Es dispar. No podemos poner en un mismo nivel a todas las localidades. Algunas, ya sea por iniciativa gubernamental o independiente, tienen una movida más intensa y los espacios se generan sin tantas complicaciones.

En lo que respecta a las zonas próximas, tenemos el ejemplo de San Nicolás, donde la cultura se reparte en varios escenarios, desde el privado al público, con una importante cantidad de eventos semanales.

En nuestra ciudad, no solo que escasean las posibilidades de ofrecer actividades continuas, sino que cuando se superponen, en lugar de celebrar que eso suceda (como en las grandes ciudades, donde hay variedad y posibilidades múltiples para el artista y el espectador) aquí se quejan.

¿Se cuenta con un estudio profundo de los espacios culturales y las metodologías a seguir? ¿Hay reglas claras sobre qué se debe autorizar y qué no y a qué precio a la hora de organizar un evento?

Es una pregunta que debería acercarse a los organismos oficiales que atienden las cuestiones culturales, dado que tienen los medios suficientes como para un relevamiento tal, y que, dicho sea de paso, sería un estudio fundamental, un punto de partida para cambiar la realidad de los espacios culturales existentes, ya sea para impulsarlos, ayudarlos o bien, para crear nuevos donde hagan falta.