Noviembre 2021 | Page 8

CULTURA

El Dromedario

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Mas, muchos kilómetros más hacia el este y muchos años en el pasado, hace más o menos unos 2.000 años, para los celtas,<<Samhain>>  significaba “fin del verano”, y denomina el antepasado directo de la noche de brujas. 

Esta era una celebración bastante regular en las regiones de Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia. Una celebración que marcaba el final de la cosecha, durante la cual los días se hacen más cortos y las noches extensas, por lo cual se creía que el 31 de octubre los espíritus podían comunicarse con el mundo de los vivos, se les dejaba dulces y ofrendas en las puertas y se les encendían velas para que no se perdieran.

Volviendo al futuro, <<Famadihana>> en Madagascar, con sus hermosos carnavales y decoraciones, día de los

Recuerdo haber comido tantos dulces esa noche de brujas que prometí, en mi cabeza de niña de nueve años, que jamás volvería a comer un dulce en mi vida. Y cómo pueden deducir: no soy buena con las promesas, pues al año siguiente chisporroteaba alegría mientras hacía el reconteo anual de mis dulces, satisfecha dejando caer el número 314 en la bolsa. 

Pero bueno, no es solo mi culpa porque, en realidad, ¿Quién en su infancia no se sintió, por lo menos una vez, tremendamente intrigado por los fantasmas o seres sobrenaturales? ¿Quién por lo menos una vez en su vida no esperó ansioso cada octubre maquinando mentalmente una gama de disfraces que al final terminaban siendo cualquier cosa menos la que uno imaginaba? Sí para ustedes no fue así, déjenme contarles que Halloween o noche de brujas era para mi la experiencia más magnífica de todas, la posibilidad de ser quien quisiera ser por una noche. Sin excepciones, zumbaba en mi cabeza de niña de primaria con tanta fuerza que desde septiembre me dedicaba a imaginar y dibujar posibles disfraces. Disfraces que definitivamente no salían según lo planeado, pero orgullosamente puedo decir que fui hada, princesa, pirata, superheroína, entre otros que, para mi subconsciente, eran impresionantes. 

Con el paso de los años, la llama de mi amor por el halloween se ha menguado drásticamente, las responsabilidades y otros intereses hacen que cada vez se me sea más difícil pensar en cuanto disfrutaba de niña la adrenalina de salir en la oscuridad de la noche a pedir dulces en mi barrio. 

SAMHAIN

Por: Ana Maria Bernal

muertos en México,  que baña anualmente tres días seguidos de naranja las calles mexicanas, noche de brujas o simple y concretamente <<Halloween>> (entre otros), estos últimos  celebrados más como una fiesta comercial que como la esencia espiritual de hace tantos miles de años. Niños y niñas, que, como yo en mi niñez, se disfrazan y salen a buscar dulces, seguidos de sus padres o cuidadores que simplemente esperan a que la festividad pase para dejar de preocuparse por que el niño no rompa el disfraz.