Rodriguez – D’Agnillo – Cabrera - Zwenger
La canción puede dividirse en dos partes: la primera presentaba la situación. En la segunda,
se aconsejaba no contar lo que se había visto, mientras que la melodía cambiaba, marcando
una atmósfera de quietud y encierro con un redoblante de base, obviamente aludiendo a una
marcha militar. Este contraste entre ambas partes era casi trágico. El juego se volvía
frustrante y tenebroso: “No tendrás poder”.
La furia ahogada con la que Charly Garcia cantaba el final del tema reflejaba el temor, la
incertidumbre y la angustia de la época de una forma en que quizás ningún otro trabajo
musical pudo mostrar con tan alta calidad artística y emocional. Al escuchar la canción en
vivo –registrada en grabaciones de video de la época– la mirada desafiante de Garcia a la
cámara, la pasión con que la interpreta y el dramatismo que agregan los tambores de fondo
con un ritmo “militar”, llaman la atención del oyente que está acostumbrado a otro tipo de
performance del músico, pocas veces cargada de esta seriedad y dramatismo.
El final de la canción es abrupto, como un nuevo golpe que se va construyendo de a poco:
“Se acabó / Se acabó ese / Se acabó ese juego / Se acabó ese juego que te hacía feliz”. Es
así como se construía la frase final: al revés que el opuesto operar de la censura que iba
acortando los textos, la línea iba creciendo de a poco para terminar con una sentencia final
para el régimen.
Desde 1981 en adelante, con la nueva administración del general Viola (figura menos
conservadora que su predecesor, Videla), la censura no cesó, solo cambió la actitud del
gobierno que facilitó, a su vez, el acceso del rock y sus intérpretes a las grandes salas
teatrales y a los medios masivos; el gobierno intentó mostrarse más abierto y adoptar una
estrategia de diálogo con el movimiento musical.
Sin embargo, la reacción de los músicos no fue la esperada por las autoridades militares,
sino que, ante un poco menos de represión y un espacio donde expresarse, redoblaron sus
esfuerzos para atacar en sus letras a la dictadura.
El público que ahora asistía a los conciertos aumentó notablemente y comenzó a inventar
los famosos “cantitos”, parecidos a los que el público acostumbra a repetir en los estadios
de fútbol, como por ejemplo “el que no salta es un militar” y “se va a acabar, se va a
acabar, la dictadura militar”. El movimiento creció en importancia, público y conciertos.
13