Es de noche
y el agua resbala sobre mí
como jugo gástrico,
deshaciendo la doble piel:
la de las apariencias.
Y ahí estás otra vez, vieja excrecencia.
En tu papel de voyeur nocturna.
¿Te gusta lo que ves?
Te desentendiste de nosotros.
No quisiste saber nada y ahora
brillas en la noche
como un grumo de cocaína
sobre la tapicería del coche.
Inerte y sucia,
sucia luna.
Ni despegarte del nombre puedo,
puta.
Cursi no es escribirte este poema.
Cursi es quedarte mirándote
y balbucear palabras tontas
cuando sólo eres una piedra
que se quedó dando vueltas
gobernando mareas y reglas.
Cantarte con falsedad sería tan cínico
como mandar besos de apoyo
al tercer mundo.
Yo no te canto, te lloro
como a ese hermano mayor
que te libra del matón de turno.
Éste es tu momento.
Rebélate.
Haznos girar sobre ti.
Desborda los mares.
Barre con todo.
Comienza ahora tu mandato,
a ti me encomiendo.
Y con mis hermanos nocturnos
te grito
en el único idioma que comprendes.
A la puta luna
Eric