Hazme nacer, cirujano,
arranca de mi frente los aullidos,
la espuma, los huevos de la araña.
Pódame como a árbol viejo:
deja sólo lo útil,
y aun ni eso.
No tengas miedo, cirujano,
húndeme el bisturí
en la medula del alma;
extirpa emociones,
destroza fibras de recuerdo.
No tengas miedo, yo no lo tengo:
soy lo que seré, no lo que fui.
Que el quirófano sea útero,
punto de partida.
Ya fui niño una vez;
ya una vez
aprendí a andar, a hablar,
a vivir;
puedo volver a hacerlo.
Que el quirófano sea útero
y salga yo de él
devastado, ignorante, vulnerable,
con un paquete sin estrenar
llamado vida entre las manos.
entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas
Miguel Hernández
Cero
Antonio J. Sánchez