Miro su sueño limpio. Mi pequeña,
vestida de silencios, dulcemente
transita por su espacio. Evanescente
vuela al lugar aquel, donde es la dueña.
Cerrada entre sus párpados desdeña
los juegos y las risas. En su mente
revolotean sueños y está ausente.
Tan leve, tan preciosa, tan risueña …
Bendita hora, serena y somnolienta,
momento en que la casa está tranquila,
hay silencio, la tarde pasa lenta
con la vida encerrada en su pupila.
Y cuando abre los ojos muy contenta,
corriendo que te corre, el tiempo hila.
Ella ordena juguetes
como un dios que domina
el universo.
Los amontona en grupos
de enanos con gigantes,
en los que nunca falta
una princesa.
La hilera de muñecas,
la fila de muñecos...
cada uno con sus dones
plenos de diferencias
en el mundo infantil
de los iguales.
ELLA
LA SIESTA
Javier Arnaiz