Noches Poéticas 00 Noches Poéticas 04 | Page 13

Para no recordarla me deshice

de sus Tupper, las fotos del crucero,

en Junio por el Báltico,

de los cedés y el cuadro de Renoir

que compramos, a saldo, en Carrefour.

Para no recordarla

eliminé los muebles

y, con ellos, las marcas que su cuerpo

hollase en el colchón o en el sofá,

seguí con la fregona

sus pasos sobre el mármol,

y pinté las paredes

de un color parecido al desaliento.

Para no recordarla tuve, al fin,

que cambiarme de piso,

de barrio y de ciudad.

Dejé de pasear por los jardines

por miedo a que su sombra me acechase

oculta en cualquier sombra.

Para no recordarla

no encontré otra salida

que huir balcón abajo.

Durante unos segundos,

arrojados, veloces,

me sentí volar libre.

Lejos de la imagen

que tanto me hostigaba,

recuperé la ansiada dignidad.

En el último instante

-no lo pude impedir-

mi cabeza quedó sobre el bordillo

en la misma postura,

con el ángulo exacto,

la inclinación precisa,

el gesto riguroso

con el que tantas veces

la observase dormir sobre la almohada.

Inma Pelegrín