Volar la noche eterna
sobre los cienos endurecidos
de los tiempos.
Deambular, como ayer,
las calles salpicadas de farolas,
hacerme pequeño en el ínterin del espacio
y caminar por entre los lobos de la noche
participando del banquete báquico de la tabernas.
Quisiera partir desde el cenit de los soles,
desde las nubes grises de la tormenta,
hasta la triste luz de los bares apagados
donde suaves lámparas, iluminan
la dulzura de los sexos perturbados
con el sabor amable de néctares y palabras vacuas
y llegar al amanecer tranquilo,
ebrio de músicas y alcoholes,
somnoliento de cansancio y esperanza
caminando hasta el silencio de mi alma.
Quisiera ser libre