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Jesús Martínez
La deuda aumenta con el paso del tiempo, ese loco de atar que
no se detiene.
«Este es el quid de la cuestión, quién paga. Quién», coge el
toro por los cuernos la economista Carme Trilla (Barcelona,
1948), presidenta del Observatori Metropolità de l’Habitatge
de Barcelona.
Vecina desde que nació de los territorios circunscritos entre
Gal·la Placídia y General Mitre, Carme es una voz respetada
en la materia, y actúa como médico generalista: sondea el ve-
cindario, ausculta el corazón de sus bases, repara en las malfor-
maciones y prescribe.
Este reportero se reúne con ella en el centro cívico Vil·la
Urània (Via Augusta, 102), dos días antes de que allí se cele-
brara el debate abierto «Gentrificación: riesgo para la salud»,
auspiciado por el Govern de Ada Colau. «La aluminosis fue un
fracaso, una fatalidad, producto de las construcciones rápidas
en los años setenta, cuando se dobló en poco tiempo la pobla-
ción de Barcelona (en esa década se juntaron el hambre y las
ganas de comer). Luego salió cara esa manera de construir.»
La responsable de Habitatge en los gobiernos autonómicos
surgidos del Pacte del Tinell (2003), con perene y sincera vo-
luntad de diálogo, mira adelante: «Una vez supimos que había
muchas edificaciones afectadas por la aluminosis, ¿qué debía-
mos hacer? Ahí está mi idea de una remodelación integral al
estilo de la que está llevando a cabo el ayuntamiento de San-
ta Coloma de Gramenet. Ellos se están haciendo cargo de las
obras de mejora, y por ello obtienen también una contrapres-
tación para vivienda social. En el Govern de la Generalitat,
nosotros pusimos en marcha las llamadas ITV, las inspecciones
de viviendas, previstas cada cincuenta años. De esta manera
tenemos un censo que nos sirve de guía».