El lenguaje de la mùsica
Dialèctica musical
A
unque hay algunos teóri-
cos que, incluso, postulan
diferentes teorías negan-
do este respecto, parece que, al
menos por el momento, la música
está considerada como un
lenguaje. Todo acto de comunica-
ción requiere de un conjunto de
signos con el que nos expresamos.
La variedad de códigos a partir de
los que un emisor (el encargado de
lanzar el mensaje) trata de comu-
nicarse con un receptor (el que lo
capta) a través de un determinado
canal o medio por el que se trans-
mite es enorme. El código debe ser
conocido por ambos, emisor y
receptor, ya que por él se transmite
un pensamiento, sensación o idea
en un contexto concreto. Así, es
importantísimo que exista una
intención comunicativa en el
emisor y en el receptor. En el caso
contrario, la comunicación sería
fragmentada, nula o parcial.
Podemos enumerar un gran nú-
mero de lenguajes de muy diverso
tipo y estilo. Entre otros, cabe citar
al lenguaje matemático, que utiliza
signos y números y refleja relacio-
nes numéricas en forma de pro-
piedades, cantidades... También al
lenguaje verbal, que emplea como
soporte la palabra, tanto hablada
como escrita, dando lugar a una
enorme variedad y cantidad de
lenguas y dialectos por todo el
mundo. No podemos olvidar los
lenguaje artísticos, que tratan de
expresar sentimientos, sensaciones
y pensamientos con una finalidad
estética; dentro de éste se inserta-
ría el lenguaje musical.
Algunos de estos lenguajes, por
muy diversas causas (mayor
difusión, uso más habitual…),
permiten que emisor y receptor
compartan, cuantitativa y cualita-
tivamente, un amplio abanico de
elementos del código. Este sería el
caso del lenguaje verbal, en el que
existe una relación muy estrecha
entre significados y significantes,
ya que posee una enorme presen-
cia en la vida cotidiana.
Retornando al tema de este apar-
tado y sea cual fuere la definición
correcta, no son pocos los que han
opinado a lo largo de la historia
que la música es un lenguaje uni-
versal, es decir, un idioma cono-
cido y entendible por todos los
habitantes del mundo.
Si analizamos en profundidad
esta afirmación, si atendemos a la
variedad estilística y tenemos en
cuenta el gran proceso de globa-
lización presente en el s. XXI, nos
damos cuenta que, al igual que
cualquier lengua hablada o escrita,
necesita un proceso de aprendiza-
je.
cultura, de época a época en una
mismacultura e, incluso, en un
mismo periodo y sociedad. Por
ejemplo, podemos imaginar la
extrañeza de los primeros aven-
tureros al tomar contacto con la
música de la Polinesia, que tenía
un código muy diferente a los
parámetros musicales occidenta-
les, o a los españoles en su viaje a
América al escuchar por primera
vez la música de los indígenas
americanos (y viceversa).
Es cierto que el predominio de la
cultura occidental ha hecho que,
desde mucho tiempo atrás, intér-
pretes orientales se hayan con-
vertido en grandes expertos de la
música occidental. Pero, ¿cuántos
Así lo afirma Leonard Meyer
músicos occidentales son capaces
(2001): según su teoría, los lengua-
de interpretar música oriental o,
jes y las dialécticas de la música
incluso, pueden afirmar que la
son muchas y varían de cultura a
entienden y disfrutan plenamen-
te como oyentes? Como hemos
comentado, la representación
gráfica de la música culta occiden-
tal usando los signos habituales
requiere un aprendizaje. Al ser
tan abstracta, el proceso de apren-
dizaje parte del hallazgo de un
código cerrado que tiene la inten-
ción de hacer llegar al alumnado
a un consenso con la historia y la
sociedad que ha creado el sistema
de grafías convencionales. Lo que
sí es universal es la necesidad de
expresión.