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La Torre de Hércules

Situado entre la ensenada de Orzán y el Golfo de Ártabro, sobre una loma rocosa llamada Punta Eiras y custodiando la entrada a la Ría de A Coruña, se eleva el faro más antiguo de mundo, aún en funcionamiento: la Torre de Hércules.

Su construcción data de mediados del siglo I d.C., entre los reinados de Nerón y Vespasiano, y fue obra del arquitecto Cayo Servio Lupo, natural de Coímbra, quien dedicó la obra al dios de la guerra Marte, tal y como se puede leer en una inscripción al pie de la torre. Es el único faro romano que desde sus orígenes hasta la actualidad ha cumplido con su función primigenia: la de servir de señal marítima e instrumento de navegación para las embarcaciones que en su travesía atravesaban el corredor atlántico hacia las Islas Británicas en busca de estaño, cobre y hierro.

Hasta el siglo V, durante los siglos de la romanización, la Torre de Hércules tuvo una importancia muy destacada. Pero es a partir de este siglo cuando, debido a los ataques normandos y al declive de la actividad portuaria y comercial, la población de Brigantium (la acutal A Coruña) decreció casi hasta desaparecer ya que sus habitantes se trasladaron a un asentamiento más seguro, el llamado Burgo del Faro, situado al fondo de la ría, en el actual ayuntamiento de Culleredo, una zona resguardada de posibles ataques externos. En ese momento los restos del faro pierden su uso marítimo y se convierte en fortificación, adquiriendo un marcado carácter militar y defensivo.

así un período de abandono, expoliación y ruina del faro.

No es hasta el siglo XVI cuando empiezan a darse los primeros síntomas de la recuperación del monumento que posibilitará que los restos del faro romano, una vez restaurados, vuelvan a convertirse, a finales del siglo XVII, en uno de los principales bastiones para la orientación de los barcos en el noroeste de España.

Se impulsan una serie de obras de consolidación y mejora del edificio, como la compra de madera en 1537 y 1562 para construir una escalera interior que permitiera acceder a través de las cámaras a la linterna del faro ya que la rampa exterior había desaparecido. Durante esta fase de recuperación, es posible que se volviera a poner en funcionamiento el faro porque el tráfico marítimo se intensificó de forma significativa por el comercio peninsular e internacional con Europa y América, y A Coruña se convirtió entonces en un puerto estratégico del Atlántico, debido a su privilegiada posición.

Ya a finales del siglo XVIII, A Coruña era uno de los puertos más activos del norte de España y el tráfico marítimo había adquirido una gran importancia, además, la proximidad al puerto de Ferrol, que era la base principal de la armada española, había convertido el golfo Ártabro, en una zona de paso obligada para las flotas militares. Estas circunstancias propiciaron que el Ministerio de la Marina decidiera en 1785 restaurar la Torre de Hérculescomo parte del plan general de mejora y de modernización del puerto de A Coruña. El 4 de enero de 1788, el rey Carlos III autorizó la restauración de la Torre que iba a financiar el Consulado del Mar. La obra es llevada a cabo por el arquitecto extremeño Eustaquio Gianini, iniciando los trabajos que le darían el aspecto actual en julio de 1788, para finalizar en 1791.