MUNCAS XIII GAZETTE (clone) | Page 3

as tecnologías que desarrollaron el vehículo eléctrico vieron su estancamiento con la llegada de la Primera Guerra Mundial: el Modelo T de Henry Ford y una fuente energéticamente barata como el petróleo. Los 105 Kilómetros-hora del coche eléctrico con aspecto de bala, de Camile Jenatzy, que, en 1899, corría cerca de Paris, solo quedarían como anécdota y como inspirador de preguntas acerca de cómo habrían sido las comunidades humanas y, especialmente, los ecosistemas del planeta, si este tipo de vehículo se hubiera impuesto.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), apoyados en datos del Banco Mundial, el 80% de la energía consumida en el mundo proviene de generación con base en hidrocarburos y minerales carbónicos, datos que conciben gran alarma, debido a varias causas que generan el uso de estos recursos, particularmente, el impacto ambiental que suscita este proceso por las emisiones de dióxido de carbono CO2 y su relación indiscutida con el calentamiento global y el cambio climático (López, 2017).

La dependencia de las comunidades humanas del oro negro es abrumadora: A principios del siglo XX, con el advenimiento del motor de explosión interna, empezó con un millón de barriles por día; tras la Segunda Guerra Mundial, ya rondaba los 6 millones; en 1962 (crisis de mísiles de Cuba), fueron unos 22 millones; en 1986 (catástrofe nuclear de Chernóbil), fueron unos 61 millones. Recientemente, en 2011, llegó a unos 88 millones, mientras que para el 2035, se estima en unos 96 millones (Ganser, 2012).

Sin embargo, los temas de las reservas, la dependencia y los precios han venido dejando su protagonismo histórico a un problema que para la mayoría de los habitantes planetarios es, a todas luces, inmensamente grave: la inminente superación de la resiliencia de la biosfera, como consecuencia de la alteración de la composición atmosférica, resultado del abuso de las fuentes energéticas fósiles. Es necesario recordar que la resiliencia es una condición similar a la homeostasis, lo que trae implícito el hecho de que, una vez superados sus límites, el proceso sería irreversible (Bermejo, 2009).

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PETRÓLEO Y TIEMPO

Harold Knudson- Docente de Biología