Aunque el acceso laboral de las mujeres se haya generalizado
no lo ha sido en todos los niveles de las jerarquías organizativas,
de tal forma que los puestos más altos son mayoritariamente
ocupados por hombres. La presencia y participación desigual
por sexo en los niveles jerárquicos más elevados reflejan el
conocido “techo de cristal” en tanto límite a las carreras
profesionales y políticas en la vida de las mujeres. En todas las
sociedades, las relaciones sociales están mediadas por la
diferente posición de poder alcanzada, y las relaciones de
género no son ajenas a tal consideración. La producción y
reproducción de la desigualdad se genera a través de fórmulas
específicas de dominación, por ello estudiar el “techo de cristal”
implica abordar el poder, conocer los obstáculos que impiden la
participación de las mujeres en los mismos términos que los
varones. Al igual que en otros ámbitos, el déficit de paridad de
género en las ocupaciones profesionales más altas, o más
cercanas a la toma de decisiones, contrasta con que el principio
de la igualdad de género forme parte de los fundamentos de
nuestro sistema político.
[...]
La relevancia de la dimensión simbólica sobre la que se
asienta la producción y reproducción de la desigualdad nos
aboca a un enfoque sociológico; bien entendido que “al igual
que las tenencias a la sumisión, aquellas que llevan a reivindicar
y ejercer la dominación no están inscritas en la naturaleza y
tienen que estar construidas por un prolongado trabajo de la
socialización” (Bourdieu, 2000: 67).
El ‘techo de cristal ’ en la dirección cinematográfica
ESPERANZA ROQUERO GARCÍA, 2012
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