Mtalent Junio 2017 3
EDITORIAL
Transparencia, sostenibilidad y humanidad: dependen de ti
Las empresas tienen la obligación moral – y la motivación – no sólo de desarrollar su actividad de manera coherente y consciente con las necesidades de sus empleados, sino también de contribuir de manera positiva a mejorar la sociedad. Colaborar de alguna manera para que ésta sea más humana, interna y externamente, debería ser uno de los objetivos de la empresa. Por eso se llama Responsabilidad: porque es nuestro deber como empleados y como personas.
BELTRÁN DE OCIO Director de RRHH
CEO of company
Según el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, la RSC es “una forma de dirigir las empresas basada en la gestión de los impactos que su actividad genera sobre sus clientes, empleados, accionistas, comunidades locales, medioambiente y sobre la sociedad en general”. Se trata de una responsabilidad que ha de ser constante, con una vocación de permanencia. Esto quiere decir que no es suficiente con llevar a cabo acciones puntuales, sino llevarlas a cabo a lo largo del tiempo y con la mirada puesta en el medio o largo plazo, no sólo en el corto.
Como dice Isabel Garro, directora del Pacto Mundial de las Naciones Unidas para la Responsabilidad Social Empresarial, “todas las empresas deben ser conscientes de la competitividad y la rentabilidad económica que aportan la gestión transparente de las organizaciones, la gestión eficiente de los recursos y la responsabilidad con las personas que conforman las mismas”. Las empresas que operan de manera responsable, transparente y más humana son las que crecen y son capaces de aportar valor a sus empleados y a la sociedad. Ya que no sólo crecen económicamente, sino que esta rentabilidad positiva se extiende al clima de trabajo y al engagement de las personas que forman parte de la organización.
La RSC suele – y debe – ir de la mano de la directiva de la empresa, ya que implica dedicar parte del tiempo y los recursos a fines más allá de los puramente económicos, además de las acciones humanitarias o por el bien común que cada compañía realiza fuera de su actividad cotidiana. Lo ideal sería que uno de los empleados se implicase en las actividades ‘extra-empresariales’ propuestas, en la medida de sus posibilidades, e incluso que propusiese otras nuevas. Como decimos en GroupM, ‘Ayúdame, ponte en medio’.
Pero también se puede colaborar de otras maneras. Para empezar, trabajando de manera honesta para garantizar la transparencia de la organización. Y, además, haciéndolo del modo más sostenible posible utilizando de forma coherente y responsable los recursos de la oficina para generar el mínimo impacto medioambiental. En nuestro caso, apostamos por las buenas prácticas que fomentan el uso de las tres R (Reducir, Reutilizar y Reciclar), la gestión eficiente de residuos, la compra responsable y el compromiso y la colaboración de todos. Son muchas las cosas que se pueden hacer. Y son mucho más efectivas si cada uno de nosotros pone un poco de su parte.