MP 82 MALAS PALABRAS NRO 82 | Page 18

(APe).- El gobierno dio una esto- cada feroz a la simbología popular de la historia argentina. En una re- solución que se publicó en el boletín oficial formalizó la entrega del Com- plejo Turístico Chapadmalal que des- de ahora será el Centro de Forma- ción de Gendarmes. Y profundiza, en un pase de manos, la filosofía repre- siva que llevó a una muerte cada 21 horas por gatillo fácil. No es una estructura arquitectó- nica cualquiera la que se cedió al universo securitario. Se entregó el alma de lo que fue, a partir del pri- mer peronismo, el «turismo social». La consigna era «usted se paga el via- je, el gobierno el hospedaje». En una jugada que no se concretó en una ciudad cualquiera. Fue en aquella Mar del Plata que, hasta la década del 30, había sido propiedad exclusi- va de los dueños de la tierra, del mar, de las vacas y de los campos de un país en el que las élites privilegiadas no compartían el ocio con las clases trabajadoras. Elisa Pastoriza describe en sus múltiples estudios sobre el impacto Chapadmalal en la historia argenti- na, que antes de ese golpe de timón del peronismo «grandes edificios con salones de baile y juegos, muchas habitaciones, con alas especiales para alojar al personal de servicio y tres o cuatro comedores, eran ocu- pados por los ‘veraneantes’ durante los meses estivales». No es casual el nombre: José Luro, hijo de uno de los pioneros de Mar del Plata, construyó el Bristol Hotel en 1888 que fue el gran acontecimiento social de la épo- ca en una inauguración de la que participaron Dardo Rocha, Carlos Pellegrini, Máximo Paz, Emilio Bunge y Bartolomé Mitre. Fue la Mar del Pla- ta de la belle époque que miraba de reojo a su servidumbre que sólo lle- gaba a la ciudad de la mano de los uniformes de domesticación. El decreto 1740 del verano del 45 amplió el derecho a las vacaciones pagas obligatorias y lanzó las colo- nias de vacaciones en los complejos de Chapadmalal, Embal- se Río III y Mendoza, hizo convenios con gobiernos provinciales y hotelería privada para alojar gra- tuitamente a contingen- tes de trabajadores. So- bre todo, contingentes infantiles. Y se dieron los primeros pasos en la hotelería sindical. Pero Chapadmalal, en particular, ha sido el bautismo de mar para generaciones enteras de niñas y niños hijos de tra- bajadores. Para 1954 – escribe Pastoriza- «el Hotel Infantil albergaba aproximadamente en for- ma anual unos 4000 ni- ños entre 6 a 12 años, en su mayoría provenientes del interior del país en- viados por la Fundación 18 Eva Perón y la Dirección Nacional de Asis- tencia Social dependiente del Ministerio de Trabajo y Previsión. El Hotel N° 5 estu- vo reservado a la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) de Buenos Aires, tanto las ramas masculinas y femeninas que periódicamente hospedaban a unos 400 jóvenes». No fue una estocada cualquiera. En el siglo XIX, la estancia Chapadmalal perte- necía a Miguel Martínez de Hoz, uno de los herederos de aquella oligarquía que marcó destinos y estragos en la historia argentina.