LA CLAVE
ESTÁ EN LA
FRESCURA
Detrás de los sabores y esencia europea
que se vive en Panem, existe una cultura de
alegría y hermandad que se respira entre
sus directivos y personal operativo.
Con tan solo ingresar a su centro de pro-
ducción, es inevitable contagiarse del
entusiasmo de sus panaderos, quienes a
través de su vocabulario demuestran que
nada los hace más orgullosos que trabajar
ahí, aunque la empresa tenga poco más de
3 años de existencia.
Para lograr esa calidad y finura que los
caracteriza, la empresa cuida hasta los más
mínimos detalles en equipo, seguridad,
higiene, y lo más importante, respeta los
tiempos de preparación y horneado para
cada uno de sus productos, proceso que
sólo se alcanza con el compromiso de sus
talentos.
“Fue un amor a primera vista. Panem es
el mundo donde todo es posible, estoy en
una empresa de la cual me enamoré”, com-
parte el Chef Osvaldo Méndez, Gerente de
Operaciones.
El especialista admira la innovación que se
ha logrado con el pan y el respeto hacia el
concepto, así como sus verdaderas bases y
fundamentos las cuales tienen entre 50 y
100 años de existencia.
Para Verónica Mothelet, Chef Ejecutiva de
la sucursal Nativa, trabajar le resulta inspi-
rador y muy gratificante.
“Es impresionante como en cada puesto,
desde el más sencillo hasta el más complejo,
se tiene mucha pasión por lo que se hace”.
“Desde que despierto hasta que duermo
pienso en Panem. No lo siento como un
trabajo sino como un día de campo en
el que vengo a divertirme”, dice Claudia
Garza, Chef Pastelero Corporativo.